Un baloto macondiano en El Paso

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Jacobo Solano Cerchiaro

Jacobo Solano Cerchiaro

Columna: Opinión

e-mail: jacobosolanoc@hotmail.com

Twitter: @JacoboSolanoC



Por cuestiones de suerte, el premio gordo del Baloto cayó en El Paso, un pueblo olvidado a su suerte que padece un sinnúmero de problemas por la explotación minera que ha generado contaminación ambiental, accidentalidad, trabajo y prostitución infantil y el más notorio: la corrupción.

Las regalías que ha recibido este pueblo a través de los años no se ven y la gente tiene inconvenientes con los servicios públicos, en especial el agua y la energía, Electricaribe les suspende el servicio cada vez que le da la gana sin explicación alguna.

Pero dejemos la situación del pueblo y refirámonos al premio más alto que se ha pagado en Colombia, que entre otras no pudo haber caído en mejor tierra sino en el Macondo de García Márquez, donde la ficción se confunde con la realidad, y más, cuando llegan periodistas ansiosos tratando de encontrar la noticia que ocupe las primeras planas de los periódicos.

Son muchos los cuentos que se han escuchado como el de Samuel Villazón, un contratista de la Alcaldía quien justo esa noche celebró una parranda, y por coincidencia, se regó la volandera en el pueblo que había sido el beneficiado, dicen que en medio del jolgorio el contratista que es un poco fachoso se creyó el cuento y al ser felicitado le siguió la corriente a todos, sin pensar en lo que se le podía venir, al otro día con un guayabo de padre y señor mío, cuando se vio la nube de periodistas encima, desmintió lo ocurrido y se marchó a Santa Marta donde vive, feliz por haberse ganado el baloto así fuera en chanza.

Otra historia fue cuando uno de los periodistas del interior, le preguntó a un transeúnte que si era cierto que el alcalde Gunder Escobar había sido el ganador, y el pasero en su coloquial leguaje, le respondió: "¡carajo eso si sería el colmo, más plata pa ese vergajo que nos tiene en las tablas!" Otro que estuvo muy solicitado fue Jorge Díaz que por aquello de los comadreos de pueblo pequeño, fue también ganador; es un ex empleado de la Drummond, que según dicen, fue despedido por bebedor.

Jorge fue portada del El Tiempo de ayer y como buen costeño atendió a los periodistas, explicó que él, si compra lotería, pero con una sola pregunta despachó a los comunicadores: ¿usted cree que con esa tula estuviera aquí sentado en este taburete? y ratificó lo que más se acerca a la realidad, en cuanto al beneficiado, que fue un funcionario de Prodeco, ojalá que este señor no se olvide de El Paso y le retribuya algo a Mónica, la vendedora; que entre otras, también ha sido víctima de innumerables historias: algunos insinúan que la compañía se la quiere llevar a Bogotá para que sea gancho de la suerte en puntos reconocidos, otros aseguran, que algunos apostadores de Medellín le han ofrecido el oro y el moro, y hasta matrimonio para que sea el amuleto en sus compañías de apuestas.

Lo cierto es que el Baloto fue todo un suceso en El Paso y alegró la vida de sus habitantes, quienes por un día, cambiaron la rutina en esta tierra que es una fábrica de historias, lástima que el negro Alejo no esté vivo porque ya le hubiera sacado un son.