Escrito por:
José Vanegas Mejía
Columna: Acotaciones de los Viernes
e-mail: jose.vanegasmejia@yahoo.es
En el ejercicio de la literatura conviven el relato y el cuento. Ambos son formas narrativas que en su origen tienen parentesco con la antigua épica, que con el tiempo se transformó en novela, cuento, relato y fábula.
El relato es una narración menos rigurosa que el cuento. Su estructura no sigue normas rígidas, por lo cual el narrador puede combinar a voluntad elementos anecdóticos para conformar una historia que muchas veces parece contada a retazos.
En el relato se tiene en cuenta más lo que sucede que la vida o el comportamiento de un personaje en particular. Además, el relato, por su estructura abierta, puede hacer parte de una unidad narrativa mayor, más extensa, como la novela.
El cuento es una narración en la cual las acciones giran en torno a un núcleo o eje temático generalmente constituido por uno o pocos personajes. En el cuento la acción aparece condensada, aferrada al personaje. Puede decirse que las acciones envuelven al personaje con el fin de caracterizarlo y resaltar sus notas distintivas.
En un cuento las acciones no se diluyen; no hay espacio para introducir digresiones explicativas; eso, además, restaría fuerza a las acciones. Es decir, en el cuento los personajes se explican a sí mismos mediante sus acciones; esta situación es mucho más evidente cuando se trata de un cuento psicológico.
Hay innumerables ejemplos de cuentos que pueden tomarse como modelos a la hora de incursionar en este género literario. Los narradores principiantes obtendrían conocimientos valiosos con la lectura y el análisis de cuentos como "El perseguidor" de Julio Cortázar y "El cautivo" de Jorge Luis Borges. Aunque se trata de narraciones con estructuras totalmente diferentes, se advierte que no son relatos sino verdaderos cuentos.
Y hablando de relatos, anuncio a los lectores de 'Acotaciones de los viernes' que el próximo mes de septiembre se efectuará el lanzamiento de mi cuarto libro: "Los espejos astillados de la memoria". Es una colección de veintiún relatos que entremezclan realidad y ficción. Algunas de estas estampas recogen retazos de la vida cotidiana, con escenas que el lector sentirá muy cercanas a su diario discurrir, hasta el extremo de creerse inmerso en los relatos. Al fin y al cabo, la esencia de la comarca permanece en la conciencia de sus moradores y no tarda en aflorar cuando un narrador --con el pretexto de ejercitar la escritura--, recrea el ambiente que se creía relegado al pasado.
Espero que cuando salga a la luz pública "Los espejos astillados de la memoria", los amantes de la prosa sencilla y bien cuidada respondan al esfuerzo que significa escribir una obra, imprimirla, publicarla y casi venderla casa a casa, todo ello con recursos propios del autor. Los lectores de esta columna serán los primeros críticos de este libro, que es la antesala de dos novelas que están en pleno proceso de redacción. Son estos fieles lectores, y mis contactos por Internet, quienes estarán en el acto de lanzamiento. Pendientes, pues, estamos todos.