¿En qué momento se fregó Arias?

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



En la última ronda de escándalos relacionados con la era Uribe, me conmueve mucho la historia de Andrés Felipe Arias, alias Uribito.

Desde la óptica humana, Arias era una persona con un gran futuro político, incluso presidenciable. Casado recientemente con una hermosa joven y comenzando familia. Graduado de universidades prestigiosas, y con don de gente, mejor dicho un príncipe azul…por aquello de las huestes azules.

Entonces, si era alguien que en teoría estaba para cosas grandes, ¿qué pasó?, o para refrasear el título de un libro: ¿En qué momento se jodió Uribito? Anticipo mi respuesta: en el momento en que la ambición derrotó los principios.

Sucede mucho en nuestras latitudes, que líderes nombran en cargos de gran responsabilidad, jóvenes recién salidos de maestrías y doctorados, creyendo que porque conocen la teoría, saben de lo que están hablando.

Es muy fácil confundir la brillante recitación memorística de panaceas teóricas aprendidas en los salones, con el verdadero criterio, el cual sólo da la experiencia y la madurez emocional.

Opino que Uribito fue víctima de su propio éxito, y que nunca debió ser nombrado para un cargo de ministro a tan corta edad.

Tenía la parte intelectual, pero obviamente carecía de la madurez emocional, y como parte de esta última, principios sólidos e inamovibles.

Su inmadurez lo llevó a querer ser más papista que el Papa, y por eso se ganó el remoquete de Uribito. Su inmadurez lo llevó a creerse la fábula, alimentada por su nunca bien ponderado mentor, de que él estaba preparado para ser presidente de la República. Su ambición no tuvo tiempo de ser domada por el jinete de la razón y de los sanos principios, y por eso quedó al garete de los peligrosísimos juegos políticos y bajo la perversa influencia de su jefe.

Imagino a Uribito sentado en el inodoro -parece ser que el baño era el sitio preferido de Uribe para hacer patria- en la oficina presidencial, a Uribe arrodillado, diciéndole: hijo mío, antes había que reelegirme a mí por segunda vez, pero como hemos fracasado en el intento, es hora de reelegir al Uribismo, y ese eres tú. ¡Andy, salva la patria!

Y fue aquí, en este escatológico momento, que Arias se jodió. Salió como caballo desbocado a hacerle el mandado al patrón.

Dadas así las cosas, pues entonces uno no debe extrañarse de que a Arias le haya sucedido lo que le pasó. Estaba biche, y no se le hizo favor alguno al darle una posición para la que no estaba preparado.

Las posiciones de liderazgo son para personas con experiencia, que han vivido y tienen suficientes años para haber sido expuestos a las trampas del juego del poder y no caer en ellas.

Pierde el país, porque sin duda alguna Arias es un joven brillante que de haber manejado bien su carrera, habría hecho cosas grandes por Colombia, en su debido tiempo. Pierden los jóvenes porque era, aún es, uno de ellos, y de cierta forma representaba la próxima generación que debe gobernar el país en las próximas décadas.

Quiero puntualizar, que lo dicho hasta el momento, no es una crítica al programa AIS, y mucho menos una afirmación de que se cometió algún ilícito. Del AIS pienso que en su concepción y en lo fundamental era, aún es, una política acertada.

En mi opinión Uribito no se equivocó por dar subsidios a los ricos. Si se equivocó en algo, y esto es lo que la justicia debe probar, fue en haber usado el programa de forma inapropiada y haciendo trampa.

Es equivocado dejar torcer el debate sobre el AIS, o su sucesor, y dejar que lo conviertan en un problema de lucha de clases.

Lo que está sobre la mesa es el tipo de políticas agropecuarias e industriales que deben diseñarse para hacer que nuestros productores puedan competir en un escenario de libre comercio.

Independientemente de lo que suceda con Arias, su nombre ya ha sido mancillado, y si es absuelto, no le será fácil corregir el rumbo.

Entre otras cosas porque en este país uno es condenado a priori en primera plana y absuelto a posteriori en los clasificados.

Aprovecho para expresarle mi solidaridad a la esposa de Arias y a su pequeña hija porque sé que están pasando por momentos muy difíciles, y que Dios los bendiga.