Asesinato de líderes sociales ya es paisaje

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Escrito por:

Juan Galán Pachón

Juan Galán Pachón

Columna: Opinión

e-mail: prensa@juanmanuelgalan.com



Esta época de navidad y vísperas de un nuevo año es propicia para la reconciliación, aliviar los dolores y tristezas del corazón, compartir con los seres queridos, fortalecer la fe y la esperanza, pero sobretodo, es la oportunidad para agradecer a Dios su misericordia y comprometernos a ser mejores personas.

Lamentablemente los hechos violentos ocurridos en los últimos días nos estremecieron y nos recuerdan la dura realidad de este país. El homicidio de los ambientalistas Natalia Jiménez y Rodrigo Monsalve, quienes en plena luna de miel desaparecieron en carreteras del Magdalena, fueron asesinados y sus cuerpos encontrados días después en zona rural del corregimiento de Guachaca (zona rural de Santa Marta). Los asesinatos de los líderes sociales Lucy Villarreal en Tumaco, Nariño, al terminar un taller de danza con niños de la zona rural de ese municipio y de Reinaldo Carillo en Pitalito, Huila, durante la celebración de la navidad; y el atentado contra la lideresa social Milena Quiroz en carreteras de Bolívar, en el que por fortuna ella y su escolta resultaron ilesos.

Estos dolorosos hechos dejan más interrogantes que respuestas: ¿Por qué un crimen en una zona del Magdalena con influencia turística y en alta temporada? ¿Dónde está la inteligencia estatal? ¿Es cierto que esta zona del departamento está dominada por la delincuencia? ¿Cómo es posible que el Coronel Berdugo afirme que “por esta zona no se mueve una hoja, no se mueve nada, sin que estos criminales lo sepan, ellos son los que saben quiénes entran y quienes salen de la zona”? En cuanto a los asesinatos y amenazas contra los líderes sociales: ¿El Estado perdió la batalla? ¿Que se está haciendo para repeler toda esta barbarie? ¿Dónde está la presencia estatal?

No es posible que a pocos días de que inicie el año 2020 aún existan zonas donde el gobierno, por falta de capacidad, no tenga presencia y deje los territorios a merced de los delincuentes cuya principal fuente de ingreso es el narcotráfico. Con esto se demuestra una vez más que perdimos la guerra contra las drogas y que es necesario un enfoque de salud pública y derechos humanos. Definitivamente nos encontramos en una “bicicleta estática” que pedalea sin avanzar. La contra evidente política de guerra contra las drogas, cobra vidas todos los días. Hasta cuando este negocio criminal a sus anchas? Cuando será capaz el Estado de regular todas las drogas?


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