Las emociones y sus incidencias en nuestras vidas II

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Escrito por:

Jairo Franco Salas

Jairo Franco Salas

Columna: Opinión

e-mail: jairofrancos@hotmail.com



Preguntamos: Cuándo usted tiene una emoción pequeña o grande, ¿cómo actúa?

Existen emociones básicas como la felicidad, la tristeza, el miedo, la rabia, la sorpresa. El amplio mundo social que vivimos, lleno de situaciones, opciones, consecuencias y soluciones, conlleva al curso del desarrollo social. En el curso de ese desarrollo, es esencial enfrentar al adversario de manera

constructiva y no estallar con un arrebato de furia inmediata en una confrontación; se necesita en ese camino voluntad para mantener la emoción bajo el control de la razón. Actuar así es interpretar el sello de la mente pensante que es igual a la reflexión deliberada y analítica; toda vez que existe pensamiento categórico y personalizado.

En materia de aprendizaje de estas emociones, estamos de acuerdo que, en vez de usar el efecto para educar, se debe usar el afecto mismo, este es un tema potencialmente provechoso para el objetivo explícito de la inteligencia emocional. Igualmente, existe vida emocional y vida instintiva; todo esto forma parte del proceso primario del pensamiento que nos enseña la sensatez del argumento desde un punto de vista lógico. Es trascendental crear un vocabulario propio para los sentimientos; diferenciar pensamientos y reacciones. Sobre el particular es fácil precisar que las personas con habilidad emocional bien desarrolladas tienen más probabilidades en sus vidas, dominan los ánimos mentales que favorecen su propia productividad.

Quienes no ponen orden en su vida emocional, liberan batallas interiores que sabotean su capacidad de concentrarse y pensar con claridad. Es de gran valor manejar un mapa social, donde el nivel de percepción sea excepcional; esto conlleva a tener un repertorio humano de habilidades por lucidez social, que va más allá de la estrecha banda de las destrezas vinculadas a las palabras y los números. Esta habilidad emocional bien dirigida, orientada y controlada nos proporciona liderazgo, capacidad de cultivar relaciones y amistades; igualmente resolver en el contexto social.

Quienes manejen el control de la emoción, pueden desafiar los pensamientos por medio de la cavilación, cuestionando la validez y pensando en alternativas positivas. Quien se controla a sí mismo vence la intolerancia, la ira, la angustia, la desesperación, se convierte en un guerrero optimista y emotivo manteniendo empatía por los demás; incluso aún el fenómeno de las drogas es vencido por quienes dominan sus sentimientos emotivos, esas inclinaciones. No hay que olvidar que las drogas propician una manera instantánea de calmar las emociones que perturban al ser humano; le producen un sentimiento de bienestar en el corto plazo a cambio de la destrucción constante del resto de la vida. Las drogas buscan un efecto y por lo tanto se requiere de una actitud magistral que canalice las emociones hacia un fin productivo.

En síntesis, la inteligencia emocional permite generar esperanza buenos propósitos, seres optimistas que manejen la eficacia y se recuperen de los fracasos; mientras, que la estructura mental del pesimista lo conducirá a la derrota.


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