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El espacio público

Columnas de Opinión
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El manejo adecuado del “espacio público” se ha convertido en un dolor de cabeza para los administradores locales, especialmente para los Alcaldes, porque en algunas ocasiones no alcanzan a comprender tan complejo concepto que confunde a más de dos líderes populares modernos.

La gente, común y corriente, entiende el “espacio público” como propio y lo utiliza para desarrollar actividades de trabajo que le genera ingresos propios. En Colombia, muchos ciudadanos están utilizando el “espacio público” en todos los municipios, a manera de venta ambulante, lo cual se ha convertido en una pesadilla sin fin para los administradores locales.

Voy a exponer algunas ideas para una comprensión aceptable del fenómeno. Habiendo consultado textos y documentos he encontrado que el “espacio público” encierra conceptos muy respetables sociológicamente. Entre otros tenemos: la versión clásica, el espacio jurídico, la dimensión social, la dimensión económica y la dimensión cultural.

La versión clásica señala que en la Grecia Clásica se concibió la primera distinción entre lo público y lo privado a partir de la configuración de las ciudades-estado; El modelo democrático griego permitió construir espacios para el bien público.

El espacio jurídico, dentro de la concepción de “espacio público” es un concepto obligatoriamente sometido a regulación por la Administración Pública que tiene la facultad de dominio del suelo y fijar las condiciones para su utilización. El “espacio público” moderno proviene de la separación legal entre la propiedad privada urbana y la propiedad pública.

Aquí vale la pena mencionar las áreas que se encuentran en el sector rural, a manera de camino real. Allí la gente no guarda la misma concepción de “espacio público”, porque desde la antigüedad, los caminos reales han sido las vías de comunicación terrestre y un tipo de ruta con un alto valor estratégico.

La concepción moderna de “espacio público” contiene importantes agregados conceptuales que obliga tenerlos en cuenta. Ellos son:
La Dimensión Físico Territorial en donde el “espacio público” se caracteriza por ser un territorio viable, accesible para todos, es decir, fácilmente reconocible por un grupo determinado o indeterminado de personas que, en primer lugar, le asigna un uso irrestricto y cotidiano; y en segundo lugar, en el caso que no lo utilicen de manera directa, se identifican con él como una parte de la ciudad que los puede acoger sin ofrecer resistencia.

En la Dimensión Política el acceso a un “espacio público” de calidad es uno de los ejes centrales de lo que llamamos el derecho de la ciudadanía. El “espacio público” significa el diálogo entre la Administración Pública, como propietaria jurídica del territorio, y la ciudadanía que ejerce un uso real del mismo, otorgándole carácter de dominio público.

Por su parte la Dimensión Social define al “espacio público” como constitutivo de la ciudad, formando parte de un escenario que es la base de cualquier forma verdadera de integración social que nos libera de justificar nuestro origen, condición social, idiosincrasia, etc. y nos establece como iguales el uno con el otro.

La Dimensión Económica atomiza espacios públicos en ciudades como Bogotá, Barranquilla, Cali, Medellín y otras ciudades en donde el conteo de usuarios del “espacio público” con fines económicos se pierde en cifras inconsistentes debido a la propia naturaleza del fenómeno usado como espacio laboral de tiempo completo.

Tampoco se puede desechar la Dimensión Cultural del “espacio público” porque éste es un espacio de historia, de identificación con el pasado que expresa identidades y orígenes comunes en sus monumentos. Las huellas e identidades del pasado mezclan y contaminan las acciones presentes.
Todo lo expresado anteriormente, nos permite formarnos una idea, un poco más clara de “espacio público”, Es correcto que los administradores de lo público, tomen medidas regulatorias para adecuar o mejorar su uso aunque otros ciudadanos reclamen derechos para su movilización.