Obligados a jugarse el todo por el todo

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



El jueves de la semana pasada en una conferencia de prensa la líder de la mayoría en la cámara baja, Nancy Pelosi, anunció que se procedería a redactar la resolución de acusación contra el presidente Trump. A la fecha no es claro si la van a someter a votación para ver si es aprobada, pero sin importar lo que pase, este hecho demuestra la desesperación del partido demócrata.

Es la primera vez que en los Estados Unidos un juicio que nada tiene de jurídico tiene el apoyo de un solo partido. En los casos anteriores, el juicio político se ha hecho con el apoyo de ambos partidos. Desde un punto de vista estratégico, los demócratas entienden, que sin ser una apuesta ganadora, el paso que han dado es bastante riesgoso pero es su mejor mano.

La razón de peso es que la reelección de Trump parece inevitable y hasta hora no han podido detenerlo. El panorama electoral no les favorece, ya que los candidatos demócratas no son viables. El que lleva la delantera, Joe Biden, es un mal candidato con muchas falencias, que no sobreviviría un debate con Trump en televisión nacional. Lo que está de por medio es una lucha ideológica a muerte. Si Trump llega a ser elegido, es muy probable que nombre dos jueces más en la Corte Suprema dándole mayoría absoluta a los conservadores y además llenaría de jueces conservadores los tribunales de apelación federales a lo largo y ancho del país, y el efecto de esto se sentiría en los próximos cuarenta años en todos los campos de la vida de la Unión Americana.

Ante este panorama, a los demócratas no les queda otra que jugarse el todo por el todo en un juego en el que tienen una mala mano, y rogar que suceda un milagro para sacar a Trump del medio. Es claro que incluso de ser aprobada la resolución en la cámara baja, el juicio en el senado, si es que deciden hacerlo, favorecería a Trump, quien es un showman y se mueve como pez en el agua ante las cámaras y los medios. Y ni que decir que las cabezas de los comités que conducirían el juicio son republicanos. El riesgo no es menor para los demócratas, ya que podrían perder muchos escaños en las elecciones de mitaca quedando seriamente diezmados. Muchos senadores y representantes demócratas que ganaron donde Trump barrió en las presidenciales están nerviosos con la estrategia demócrata porque ellos serían los paganinis de fracasar. Sus electores son conservadores y les pasarían la cuenta de cobro. No es descartable que algunos abandonen el barco para no irse a pique con Pelosi y los demócratas.

Lo cierto es que la forma de hacer política, pareciera que en gran parte del mundo, ha cambiado radicalmente. Hoy los perdedores en las urnas se dedican a entorpecer y a quitarle gobernabilidad a quien ganó legítimamente, lo cual es una forma sucia de desconocer los resultados y la voluntad ciudadana expresada en las urnas. Un escenario en el que nadie gana y que divide las comunidades. Un camino peligroso que atenta contra el espíritu mismo del sistema democrático y cuestiona su validez. Como mencioné, es la primera vez que un juicio político en los Estados Unidos sigue lineamientos estrictamente partidistas y que no tiene el respaldo de la mayoría de los ciudadanos de ambos lados del espectro político.

Desde el momento mismo que Trump se posesionó, el partido demócrata ha obstruido de todas las formas posibles a la Casa Blanca. Más a pesar del obstruccionismo, Trump tiene resultados para mostrar y ha cumplido muchas de sus promesas de campaña. Se dice que mientras la economía este bien, es muy difícil que un presidente no sea reelegido en los Estados Unidos.
Sin embargo, en política no hay nada escrito y tendremos que esperar para ver cómo termina todo esto.


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