La huelga debe ser decorosa, más no devastadora

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Escrito por:

Jesús Iguarán Iguarán

Jesús Iguarán Iguarán

Columna: Opinión

e-mail: jaiisijuana@hotmail.com


No hay país en el continente que no se muestre inconforme por los gobernantes de turno, para los opositores sus gobiernos originan desastres, traiciones, desfallecimientos, ingratitud e infamias y aún pregonan que por la democracia se ha eclipsado la libertad, por tal razón debe ser perseguida, acechada, desacreditada y acoger el socialismo como nuevo arcángel de la esperanza, como el verdadero arca que sacará al continente del estado de postración en que se encuentra.

Con cierta jergas, el pueblo continental no ha hecho caso omiso al llamado del socialismo, aquí en nuestro país los senadores Gustavo Petro, Iván Cepeda, Jorge Robledo e inclusive Roy Barrera, sean proclamado precursores de esta ideología y han inculcado al pueblo que el socialismo se asemeja al encuentro con el juicio universal.

En muestra amada Colombia que aún poseemos la “dicha de vivir en democracia” y dentro de ella la huelga es un fenómeno social, que se ha podido observar a través de la historia en todas las épocas y en todos los países donde existe el derecho de la opinión y de una libertad dominante, es cierto que en todo lugar y durante mucho tiempo ha sido condenada y aún perseguida por los poderes públicos.

En los países civilizados ante la imposibilidad de prohibirla o limitarla han procurado aceptarla y reglamentarla, todo por evitar las consecuencias eficaces de la inmediatez y la sorpresa.

Por los disturbios que se muestran en Colombia es conveniente prevenirla que reglamentara, pues hemos tomado las huelgas como una invitación a la violencia, al saqueo, al vandalismo, en vez de ir tras la armonía y discurrir por la tranquilidad del país, más cuando las consecutivas huelgas tienen a los trabajadores y a los comerciantes en el máximo estado de abatimiento, es ahora cuando debemos laborar la paz y tomarla como divino tesoro y una ambicionada consigna. Desgraciadamente a nosotros nos falta nutrirnos con la semilla de la paz, pues olvidamos que es ella hija de la libertad que a su turno lo es de la verdad, ella nos hizo libre,

Antes de lanzarnos a una imprecisa huelga es conveniente invocar la razón de los asociados antes que apelar a la eficacia dolorosa de las formas violentas, pues ya hemos experimentado que proceder de esta forma nos conduce a la insolvencia, a la iliquidez, a la destrucción de los bienes estatales, que son al propio tiempo patrimonio del pueblo,

Por estas excesivas razones es necesario interponer nuestro valioso contingente en beneficio de la paz, este ejemplo nos infunde valor y osadía, para que lentamente nos acostumbremos al amor de nuestra patria, la patria debe adorarse como lo hace la madre con un hijo afectado por el síndrome Down, que a pesar de que la naturaleza le negó la perfección, no desalienta el ánimo para idolatrarlo y si ha de desaparecer para que su hijo viva, lo aceptará como un premio bastante a su sacrificio.

Lógicamente dentro de la democracia cabe la oposición, aunque el gobierno de turno no la tolere, pero esta conducta estatal no es razón para incitar al pueblo a tomar determinaciones que se conjuguen en ultraje y se marche a las calles y actúen como ciclones devastadores y demoledores, como una selva llena de injusticia para dejar al país en grave estado de abatimiento

Es cierto que los programas estales encierran cierta elasticidad que originan dudas y desconfianza y deben ser corregidos, pero, la oposición no debe bastarle señalar sus males, es preciso decir cómo deben corregirse y cómo se ofrece aplicar sus remedios. No es posible colocar al Estado una corona de espina que produzca dolores imperecederos


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