Colombia erguida marcha y protesta ante un gobierno inepto e indolente

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Escrito por:

José Noriega

José Noriega

Columna: Opinión

e-mail: jmartinnoriega@hotmail.com



“Vivir es luchar, sólo quien lucha, puede decir realmente que vive.” (Séneca)

Colombia está viviendo horas aciagas y todo pareciera indicar que los brotes de insurrección están tomando caminos insospechables, sin que se vislumbre una señal de donde poder agarrarse para disipar esa señal inequívoca señal de que las cosas van más en serio de lo que algunos creen y pudieran estar llevándose un palmo de narices, habida cuenta que la madurez con la que se ha abordado la protesta dentro del componente marcha inconformismo, está a punto de explotar, mientras el gobierno duerme plácidamente el sueño de los sordos y autistas que pretende seguir enconchado en su cascarón de dominio y sigue creyendo que las cosas no van a pasar de allí, siendo posible equivocarse y, quiera Dios, no sea demasiado tarde cuando quiera aceptar y reconocer que la oprobiosa opresión gubernamental no aguanta más.
Luego de observar y participar en esas multitudinarias manifestaciones que recorrieron las calles de muchas ciudades y pueblos de la geografía nacional, como cualquier parroquiano que siente que cada vez se le asfixia más por parte de un gobierno inepto que sigue dando tumbos, olvidando que el fuego quema, hasta ahora pareciera chamuscarse, por lo cual es imperativo que entiendan que se necesita pantalones para gobernar un país con tantas necesidades insatisfechas desde hace muchos años, siendo hora de desmarcarse de esos políticos de pacotilla que son proxenetas electorales y usufructúan para su bolsillo, todo aquello que le ha sido permitido por sus alcahuetas de la cofradía estatal.
El presidente, anunció el llamado a una conversación nacional que tiene por objeto responder a las tendencias de las protestas y seguir manipulando a una sociedad que está harta de ser convidada de piedra y para ello propone ese diálogo amorfo que simplemente pretende seguir igual y de esa manera continuar burlándose de una sociedad que no es tenida en cuenta para nada, únicamente para poner los votos cada cierto tiempo y escoger a los capataces de turno.
Para ello, es imprescindible que el presidente demuestre su liderazgo, y de esa manera unir a todo un país y así revisar lo que ha hecho y sobre lo cual existe un altísimo inconformismo en la sociedad y encontrar los mecanismos para hacer los ajustes que se requieran y de ese modo reducir la brecha social, rompiendo con todas esas inequidades sobre las que vivido el pueblo colombiano desde los albores de la república y se han ido ensanchando cada vez más, momento en donde se requiere de grandeza humana y mayor estatura espiritual para reconocer los errores y desmarcarse de esas nefastas amistades que sólo buscan sus mezquinos intereses políticos.
Es muy cierto que fueron muchos los marchantes inconformes que ya están saturados de tanta baratija y promesas sociales para reivindicar sus ilusiones, al igual que los que no marcharon porque siguen inmersos en sus zonas de confort y nunca han padecido necesidad alguna, saben que es mejor morir de pie que vivir arrodillados todo el tiempo, y deberán despelucarse y propender por un mejor país para ellos y sus hijos, con oportunidades para todos, sin distingo de raza, credo o clase, sino que seamos incluyentes y participemos todos en la reconstrucción de un país que sigue en los escombros en que lo ha dejado esa caterva de sinvergüenzas que lo han dirigido.
El rancho sigue ardiendo y si el gobierno no se pellizca pudiéramos estar asistiendo a una primavera árabe en el caribe, y no olvidemos que un estallido social es más fuerte y poderoso que el más grande de los ejércitos, porque un pueblo insurrecto es imparable y quiera Dios el gobierno reflexione y cumpla sus compromisos.