El paro de ayer

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Carlos Escobar de Andreis

Carlos Escobar de Andreis

Columna: Opinión

e-mail: calli51@hotmail.com


El encabezado de este artículo me recuerda a Henry Fiol y su magistral toque de buena salsa que en su coro dice: “…la juma de ayer ya se me pasó, esta es otra juma que traigo yo”, mostrando de manera jovial que lo que fue ya fue y lo de hoy es otra cosa.
Lo que el establecimiento trata de imitar con mucho estilo y poco éxito. Porque, a pesar de su afán por desdibujar la protesta a punta de vociferar y arremeter contra los vándalos que propiciaron la violencia en algunas marchas del 21N, los medios no pudieron hacerle el juego de tapar con las manos la contundencia de la movilización de masas (y su persistencia) que algunos han calificado como “la más grande de la historia”.

Félix de Bedout, refiriéndose al Presidente Duque, también lo pensó y lo escribió en su Twitter: “…si después de la marcha 21N, los sonoros cacerolazos, las encuestas (las publicadas y las no publicadas) y el resultado electoral en las elecciones regionales, el gobierno sigue pensando que la protesta es minoritaria, la desconexión con la realidad es más grave de lo pensado”. Esa fue la vaga idea que dejó en la mente de los colombianos el primer mandatario en sus dos alocuciones, dejando entrever una tibia “conversación” de las tantas que “ha sostenido durante sus quince meses de gobierno con los sectores sociales que organizaron el PARO”, dijo la Ministra del Interior.

Tan apagado su ánimo conversador que nadie se lo tragó. Sindicatos, indígenas, campesinos, trabajadores, dirigentes populares, amas de casa, estudiantes y maestros se sintieron otra vez ignorados y extendieron por más de seis días las jornadas de protesta y las manifestaciones de solidaridad a Dilan, el estudiante maltratado por el escuadrón del Esmad, sólo que con mayor control y marcación estricta a los violentos. Funcionó. Y, aunque la reunión con los alcaldes electos no hizo parte del protocolo de respuesta, le tocó afinar más su propuesta de llamar a una gran conversación nacional a quienes convocaron el 21N, fijando fechas, metodología y “ejes temáticos”: empleo, educación, lucha contra la corrupción, paz con legalidad, medio ambiente y fortalecimiento institucional.

Digo “le tocó” porque de su voluntad política y de su soledad de poder no habría salido. Los partidos que lo eligieron no abrieron la boca para “rodear al Presidente” en el trance de inestabilidad que vivió. Lo abandonaron a su suerte. Al principio, dijeron contra el 21N, se pronunciaron a través de las redes sociales, instigaron hasta infundir miedo y terror a los marchantes, amenazaron con defender con la vida si fuese necesario el daño a bienes públicos y luego, cuando el fervor de la protesta arreció y se mostró inaguantable, se perdieron, sintieron la presión del aislamiento y enmudecieron. Es la vieja táctica de los partidos tradicionales, como si nada tuvieran que ver con lo que pasa en el país, ausentes ante la criticidad de las circunstancias, movidos únicamente por el propio interés y encadenados a un pasado de clientelismo y corrupción que no los abandona. No dieron la cara.

Para que “…tu amor no sea el periódico de ayer, de Héctor Lavoe, que nadie más procura leer…” y renazca la fe y la esperanza en nuestra amada Colombia, que no se repita lo del Paro Cívico Nacional del 14 de septiembre de 1977 a López Michelsen, un levantamiento popular de similares proporciones, adocenado por unas centrales obreras politizadas que, ante unos movimientos populares débiles y dispersos, no fueron capaces de arriar las banderas de la inconformidad hasta el final.