¿El Fondo para qué?

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Desde siempre han existido en todas las sociedades ciertos trabajos y funciones, que aunque son indispensables para el buen funcionamiento de las mismas, son desagradecidos y generalmente odiados por las mayorías. 

Lo aquí expresado también es cierto en el concierto internacional, en donde hay instituciones que a pesar de ser rechazadas por muchas naciones y sus ciudadanos, son necesarísimas para lograr una cierta estabilidad global que permita vivir en armonía y evitar el caos. 

Creo que la menos entendida de todas las instituciones globales es el Fondo Monetario Internacional, el cual es en general criticado fuertemente por grupos que sienten que sus medidas son contrarias al bienestar de la sociedad que las sufre.

Por estos días Angelino Garzón, vicepresidente de Colombia, se fue lanza en ristre contra el Fondo, para argumentar que sus políticas están mandadas a recoger. Esto es entendible en Angelino, a quien de vez en cuando todavía se le sale el mamerto-saurio que lleva por dentro, olvidándose de la dignidad que detenta hoy.

Creo que es bueno darle una mirada al FMI, para ver cuáles fueron las circunstancias históricas que le dieron razón de ser, y cuál ha sido su función, desde su creación, en la economía global.

Al igual que el Banco Mundial, el FMI es una de las instituciones conocidas como instituciones de Bretton Woods. Se formaron bajo la orientación ideológica de John Maynar Keynes, y fueron la respuesta al proteccionismo que predominó antes y durante la Primera y Segunda guerras mundiales.

De hecho, se piensa que en gran parte, las dos conflagraciones mundiales fueron causadas por el proteccionismo generalizado que llevó al deterioro de las condiciones de vida en todo el mundo e incluso causaron la Gran Depresión.

Tanto el Banco Mundial, el FMI y las Naciones Unidas surgieron para evitar que los horrores de las dos guerras mundiales y la hambruna, desempleo y desesperación que asolaron al mundo durante la Gran Depresión, vuelvan a repetirse.

Si bien es cierto que los dogmas económicos evolucionan o cambian con los tiempos, también es cierto que la función que se le encomendó al FMI, permanece. Haciendo una analogía, podría pensarse que el FMI tiene una función semejante a la sala de emergencia de un hospital. Y al igual que una sala de emergencia la función es salvar la vida del paciente y estabilizarlo.

Esto es exactamente lo que hace el FMI, cuando un país acude a él para ser rescatado. En una coyuntura traumática, tal como es la de un país al borde de la quiebra, las medidas/recomendaciones del FMI -en su primera fase- están únicamente encaminadas a evitar la debacle.

Por eso sus medidas son odiosas y odiadas, ya que sus recomendaciones implican ajustes drásticos, generalmente impopulares, ya que implican grandes sacrificios que nadie quiere hacer.

Es por eso que los discursos populistas hacen su agosto cada vez que se presenta un plan de rescate para cualquier país en cualquier parte del mundo.

Pensemos por un instante en una familia que vivió irresponsablemente y más allá de sus posibilidades, y un día se da cuenta que está al borde de la quiebra, y va en busca de ayuda, y el consultor le dice, que tienen que vender los carros, no más comidas afuera, la señora tiene que conseguirse un trabajo, prescindir de la muchacha, los niños cambiarlos a un colegio público, etc, etc.

Estoy seguro que la mayoría de los miembros de cualquier familia se rebelarían ante un cambio tan drástico en su estilo de vida; pues lo mismo sucede con los países y sus ciudadanos.

Los gobiernos por razones políticas, resisten medidas que los hagan impopulares, y las prescripciones de salvamento todas son impopulares, pero son el único camino posible.

No adoptarlas, es llevar el país a la quiebra, y obviamente que esto sería mucho peor.

El FMI tiene como función evitar la quiebra y aislar la ocurrencia para evitar el contagio a otros países.

La próxima vez que oigamos a un mamerto-saurio despotricando del FMI, no le comamos cuento, y entendamos que el FMI tiene un mandato especifico, que aunque doloroso y en apariencia inhumano, es indispensable para preservar la armonía de los pueblos y la paz mundial.



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