Objeción de conciencia

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



No es de poca monta, y augura encendidos debates en el Congreso de la República, el recién presentado proyecto de ley que regula la objeción de conciencia.

En un país como el nuestro, crecimos con situaciones de la vida diaria que parecen absolutamente normales y obligatorias para todos, como el servicio militar o las clases de religión en colegios y escuelas.

La influencia católico-militar era imponente (aún es demasiado fuerte) y, en temas como las clases de religión, las confesiones diferentes se quedaban en las puertas de las aulas.

La Constitución Política del 91 abrió espacios para un propósito que todavía no se ha tratado como se debe y que toca temas espinosos como el servicio militar obligatorio, la práctica del aborto en los casos contemplados por la ley, las clases de religión en recintos escolares o el culto a los símbolos patrios, entre otros más.

Desde luego, no debe significar esto una total apertura de compuertas legales, y el proyecto prevé situaciones en la cual podrá negar la objeción, como es el caso de la seguridad y el orden, o la moral pública.

En los derechos fundamentales insertados por la Asamblea Nacional Constituyente de 1991 aparece la objeción de conciencia y la libertad de cultos como parte de un espectro no contemplado en la derogada Constitución del 1886, y el Estado debe garantizar el ejercicio de tales derechos.

Un ejemplo claro es el calendario de los días festivos nacionales, organizado a partir de las fechas católicas. Son catorce, frente a cinco de carácter civil. Las confesiones religiosas distintas, como el judaísmo o el islamismo (por mencionar dos de las más importantes) no tienen días religiosos en el calendario pero sí, celebraciones que desean cumplir y que por lo regular quienes pertenecen a tales religiones no cuentan con los permisos necesarios para ausentarse de sus sitios de trabajo.

Otro caso es el de quien por distintos motivos (éticos, morales, religiosos o políticos) no quiere empuñar obligadamente las armas del Estado y se ve empujado a hacerlo por determinación legal. Más complicado es el caso del médico a quien por mandato legal se le asigna una paciente para la realización de un aborto, o de un centro asistencial claramente confesional al cual le llega esa orden.

Colombia pasó a ser un Estado laico y garantista, pero veinte años es casi nada para transformar aquello tan arraigado en la mente y en las leyes. Las encendidas discusiones alrededor de esos temas, y la creencia de muchos de que todo debe permanecer como venía impiden el libre ejercicio de esos derechos fundamentales.

De un lado están quienes consideran que el ciudadano debe prestar servicios a la patria como soldado para tener batallones de reserva en caso de guerra; del otro, quienes dicen que tales servicios deben ser únicamente civiles. Una tutela recientemente presentada pretende eliminar los servicios religiosos y las imágenes que el Procurador General ha impuesto para todos los funcionarios.

Los medios publican los casos de abortos no practicados en clínicas y hospitales de comunidades religiosas. No será fácil el tránsito por el Congreso de un proyecto progresista en un país mojigato, pero sí esperamos una adecuada legislación de esos sensibles temas.

Joe Arroyo. Leyenda viva hasta hace pocos días, Joe Arroyo fue el más grande músico del género tropical que el país haya conocido. Compositor, arreglista, intérprete, creador, fantástico y genial fue considerado por muchos como un exponente distinto y prolífico de cuanta expresión musical caribeña pudiera existir.

Queda un rico legado que, por su carácter intemporal, seguirá alegrándonos a quienes fuimos sus incondicionales seguidores. Joe estará en paz pero no dedicado al reposo artístico, pues siempre fue músico incansable. La leyenda seguirá viva eternamente.

El Mundial Sub 20. El evento deportivo más importante que haya tenido el país inició con pie derecho. Con pocos reparos, la organización ha sido meticulosa y todo transcurre según las previsiones.

La ceremonia inaugural en Barranquilla fue lucida y adecuada. Santa Marta, cuna del fútbol, quedó por fuera del evento actual gracias a la torpeza y visión parroquial de nuestros dirigentes: se perdió una oportunidad preciosa para impulsar al Distrito a las ligas mayores.

El país aún lamenta la inexplicable decisión de Belisario Betancur de renunciar a la realización del Mundial de Fútbol de mayores de 1986, con el torpe argumento de preservar recursos que, de todos modos, caen en las alforjas de los bandidos.

Candidaturas. Carlos Caicedo lanza su candidatura a la Alcaldía de Santa Marta. Ejecutivo como pocos, de logros y realizaciones, es un magnífico postulante al primer cargo del Distrito. Sobrevivió incólume a una implacable persecución político-judicial, saliendo absuelto de todas las imputaciones.

Los samarios sabemos de sus extraordinarias capacidades, demostradas fehacientemente en la Universidad del Magdalena, y que aspiramos a contar con ellas en el Palacio Municipal. Es la clase de personas que se necesita.



Más Noticias de esta sección