30 años de la caída del oprobioso muro de Berlín

Columnas de Opinión
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Escrito por:

José Noriega

José Noriega

Columna: Opinión

e-mail: jmartinnoriega@hotmail.com



“Permitir una injusticia significa abrir el camino a todas las que siguen” (Willy Brandt – Ex canciller Alemán)

Hace treinta años el mundo fue testigo de una gesta que marcó la diferencia y partió en dos la historia de la humanidad, cuando los alemanes se inmortalizaron y decidieron que era hora de reclamarle al resto del mundo por su indiferencia y  haber permitido que la emblemática e icónica ciudad de Berlín fuera dividida en dos y dar inicio a una ignominiosa división que, además de absurda, era vista como una afrenta a una sociedad que no entendía cómo era posible que se pudiera partir en dos, no un país, sino una ciudad.

Por ello es imperativo saber cómo empezó todo, desde el instante en que Hitler se rindió ante los aliados, allí era menester decidir qué hacer con Alemania y específicamente con su capital, la hermosa Berlín, y surge el primer escollo casi insuperable, por cuanto a pesar de que los vencedores habían trabajado unidos con el exclusivo propósito de derrotar al enemigo, sucumbieron y no pudieron ponerse de acuerdo en qué hacer con las cenizas del destruido y humillado imperio.

Remontándonos a los albores de aquellos fatídicos días, recordamos que en la conferencia de Potsdam, celebrada entre julio y agosto de 1945, los tres grandes comandantes de las tropas aliadas, Estados Unidos, la Unión Soviética y la Gran Bretaña, intentaron establecer una administración funcional para la Germania vapuleada y derrotada y fundamentalmente para con su capital y decidieron dividirla en cuatro zonas geográficas, rusa, americana, inglesa y francesa, aunque en el fondo lo que estaba en juego era la cimentación del futuro de Europa y aquí las cosas bamboleaban de acuerdo con los intereses de cada uno de ellos.

Los soviéticos querían que ese poder lo tuvieran los comunistas, mientras los americanos pretendían todo lo contrario, por tal razón a partir de 1946 resultaron enfrentados los dos Goliat que se enfrascarían en una guerra fría y se disputarían la supremacía sobre el mundo, al punto que todos los días se mostraban los dientes  y cuyos resultados escalaban día tras día, hasta cuando algunos dirigentes orbitales determinaron llegada la hora de ponerle fin a esa absurda hegemonía.

A partir de 1947 las dos potencias buscaron un punto de encuentro que permitiera restaurar la democracia y el país que había quedado diezmado y despedazado por la ferocidad de la guerra, pero no hubo punto de encuentro y como consecuencia de ello y tratando de evitar otro conflicto bélico, en 1948 se dio origen a la fundación de las dos repúblicas alemanas, la federal y la democrática.

A partir de este instante se inicia la construcción de muro, como consecuencia de que desde el lado oriental intentaban recrudecer los controles para así encerrar al enemigo, mientras Berlín trepidaba, aunque nadie imaginaba qué pudiera ocurrir, pues en medio de todo se daban voces de incredulidad que espantaban esa sola visión que generaba aversión y repudio entre todos y así transcurrieron varios años, hasta cuando el 13 de agosto de1961l os berlineses descubrieron la realidad del país y perplejos y estupefactos observaron que la mañana de ese día, bien entrada la madrugada, los soldados de la RDA habían empezado a levantar el muro

Obviamente, ese muro empezó como una empalizada hecha a base de ladrillos, estuco, concreto y alambre de púas, todo un símbolo de dominio y represión, el que con el tiempo se convertiría en la frontera más peligrosa y feroz para la humanidad, cuyos elementos sociales repercutirían de manera soslayada en impedir que los ciudadanos orientales se largaran para el sector occidental, ya no en busca de mejores horizontes y calidad de vida, sino con el ánimo de no volver, y, lo más importante, buscando el símbolo de la libertad..

En total ese adefesio contra la humanidad contaba con una distancia de 43 kilómetros en las entrañas de la misma Berlín, de donde lograron flanquearlo unas 5000 personas, mientras que 276 murieron en el intento, y 300 fueron encarcelados al fracasar en su intento de superarlo, sin desconocer que durante mucho tiempo los alemanes recurrieron a su ingenio tratando de lograr el objetivo de pasarlo.

Hoy, treinta años después, la historia es testigo de que valió la pena derrumbarlo y darle cabida a otra forma de vivir entre hermanos y entre ellos emprendieron el camino de la reconstrucción del país que se sitúa a la vanguardia de la humanidad.