Quién tuvo la culpa

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Alberto Camilo Blanco Jiménez

Alberto Camilo Blanco Jiménez

Columna: Al blanco con blanco 

e-mail: albertocamiloblanco@gmail.com


Los triunfos no tienen excusas, las derrotas sí.

Por: Alberto Camilo
Blanco Jiménez

Cuando el Unión Magdalena ascendió el año pasado a la “A”, luego de estar compitiendo durante trece largos años en la categoría “B”, en ese momento victorioso, no aparecieron por ningún lado los pretextos, las excusas por subir a la primera división del fútbol profesional colombiano. Toda la atmósfera del onceno Samario por obvias razones, estaba cargada de satisfacción por ese mayúsculo logro, de tal manera que en ese ambiente no tenían cabida las excusas porque la tarea en el terreno de juego y en la esfera administrativa felizmente se había cumplido. Entonces en ese lapso, todos los estamentos que conforman el club, celebraban con un profundo fervor debido a que, de una u otra forma, habían aportado su cuota de gestión en esa fabulosa operación retorno del 2018.

Infortunadamente, el enorme esfuerzo deportivo y administrativo e incluso, político por el regreso a casa del equipo exactamente al “Sierra Nevada”, escenario que se convirtió en su fortín, por el masivo apoyo de los aficionados Samarios, pero ese grandioso logro se vino cuesta abajo al ser flor de un día, en su participación en la máxima categoría en el 2019. El equipo como es de todos conocido regreso a la categoría “B”, más temprano que tarde, especialmente por lo ocurrido a mitad de año segundo, cuando licenciaron al entrenador Harold Rivera, quien lo había subido y finalizado el campeonato en el primer semestre lo dejó a 7 y 6 puntos de los dos últimos de la tabla del descenso. Tiempo después renunció el presidente Luis Eduardo Méndez Bustos, quien también contribuyó con el ascenso, lógicamente con el apoyo de Eduardo Dávila y el resto de ejecutivos “Bananeros”, el año inmediatamente anterior.

Ante estas circunstancias, en el segundo semestre hacen acto de soberanía de sus poderes los directivos Unionistas y contratan al técnico Pedro Sarmiento y éste sin tener pleno conocimiento de la nómina, vincula a jugadores de más bajo nivel que los nuestros y para colmo de males, sobre la marcha del torneo, empieza a hacer ensayos posicionales que terminan desarticulando el funcionamiento del equipo y perdiendo una buena cantidad de puntos, que lo bajan a los dos últimos escalones del descenso. Ante la emergencia de permanencia en la “A”, por los desaciertos de Sarmiento en la conducción técnica, asume como un integrante del cuerpo de bomberos Carlos Silva Socarras, para tratar de sofocar las llamas, pero el agua no le alcanzo para detener la conflagración en el maderamen de la primera categoría. Se perdió el semestre y lo más grave la categoría. ¿Quién tuvo la culpa?

Vuelvo al inicio, los triunfos no tienen excusa, las derrotas sí. Ahora están a la orden del día los pretextos, las excusas y las acusaciones entre Carlos Silva y Luis Eduardo Méndez, de quien tuvo la culpa. Ese rifirrafe debió darse en el preciso instante en que salieron Rivera y Méndez, porque a estas alturas de la derrota es extemporánea y no aporta ninguna solución a la resurrección del Unión, en este golpe mortal.

El que piensa goza, el que siente sufre, dice Daniel Goleman es su libro inteligencia emocional. Como quiera que el fútbol es un sentir, un sentimiento, nuevamente la afición Samaria sufre otro duro golpe en el corazón por los desatinos administrativos que se convierten en la parte estructural de la ineficiencia deportiva en los últimos años.  Muy limitado el Unión especialmente en este segundo semestre por el papelón presentado en la liga Águila II. Nuevamente la afición no solo paga los platos rotos sino las vajillas por los tantos errores administrativos de los que detentan el poder en el equipo Samario.

Los triunfos no tienen excusas, las derrotas sí. Cuando el Unión Magdalena ascendió el año pasado a la “A”, luego de estar compitiendo durante trece largos años en la categoría “B”, en ese momento victorioso, no aparecieron por ningún lado los pretextos, las excusas por subir a la primera división del fútbol profesional colombiano. Toda la atmósfera del onceno Samario por obvias razones, estaba cargada de satisfacción por ese mayúsculo logro, de tal manera que en ese ambiente no tenían cabida las excusas porque la tarea en el terreno de juego y en la esfera administrativa felizmente se había cumplido. Entonces en ese lapso, todos los estamentos que conforman el club, celebraban con un profundo fervor debido a que, de una u otra forma, habían aportado su cuota de gestión en esa fabulosa operación retorno del 2018.Infortunadamente, el enorme esfuerzo deportivo y administrativo e incluso, político por el regreso a casa del equipo exactamente al “Sierra Nevada”, escenario que se convirtió en su fortín, por el masivo apoyo de los aficionados Samarios, pero ese grandioso logro se vino cuesta abajo al ser flor de un día, en su participación en la máxima categoría en el 2019. El equipo como es de todos conocido regreso a la categoría “B”, más temprano que tarde, especialmente por lo ocurrido a mitad de año segundo, cuando licenciaron al entrenador Harold Rivera, quien lo había subido y finalizado el campeonato en el primer semestre lo dejó a 7 y 6 puntos de los dos últimos de la tabla del descenso. Tiempo después renunció el presidente Luis Eduardo Méndez Bustos, quien también contribuyó con el ascenso, lógicamente con el apoyo de Eduardo Dávila y el resto de ejecutivos “Bananeros”, el año inmediatamente anterior. Ante estas circunstancias, en el segundo semestre hacen acto de soberanía de sus poderes los directivos Unionistas y contratan al técnico Pedro Sarmiento y éste sin tener pleno conocimiento de la nómina, vincula a jugadores de más bajo nivel que los nuestros y para colmo de males, sobre la marcha del torneo, empieza a hacer ensayos posicionales que terminan desarticulando el funcionamiento del equipo y perdiendo una buena cantidad de puntos, que lo bajan a los dos últimos escalones del descenso. Ante la emergencia de permanencia en la “A”, por los desaciertos de Sarmiento en la conducción técnica, asume como un integrante del cuerpo de bomberos Carlos Silva Socarras, para tratar de sofocar las llamas, pero el agua no le alcanzo para detener la conflagración en el maderamen de la primera categoría. Se perdió el semestre y lo más grave la categoría. ¿Quién tuvo la culpa?Vuelvo al inicio, los triunfos no tienen excusa, las derrotas sí. Ahora están a la orden del día los pretextos, las excusas y las acusaciones entre Carlos Silva y Luis Eduardo Méndez, de quien tuvo la culpa. Ese rifirrafe debió darse en el preciso instante en que salieron Rivera y Méndez, porque a estas alturas de la derrota es extemporánea y no aporta ninguna solución a la resurrección del Unión, en este golpe mortal. El que piensa goza, el que siente sufre, dice Daniel Goleman es su libro inteligencia emocional. Como quiera que el fútbol es un sentir, un sentimiento, nuevamente la afición Samaria sufre otro duro golpe en el corazón por los desatinos administrativos que se convierten en la parte estructural de la ineficiencia deportiva en los últimos años.  Muy limitado el Unión especialmente en este segundo semestre por el papelón presentado en la liga Águila II. Nuevamente la afición no solo paga los platos rotos sino las vajillas por los tantos errores administrativos de los que detentan el poder en el equipo Samario.