La fiesta de la democracia

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Cristian Campo Revelo

Cristian Campo Revelo

Columna: Opinión

e-mail: revelorevelo@hotmail.com



Médicos, artesanos, comerciantes, líderes sociales, ingenieros, miembros de la comunidad LGTBI y cada día menos políticos son los candidatos y protagonistas de las elecciones este domingo en toda Colombia.

Los puestos de trabajo o plato fuerte que apetecen son gobernaciones y alcaldías ahí donde el botín es más grande y las responsabilidades sociales son hacer marrulla con licitaciones, destapar carreteras, ampliar calles y en cada tarea que se realice el CVY (como voy yo) es del 10% para el candidato electo.
Lo triste de la fiesta democrática es que cada vez los votantes son menos y la desconfianza en las instituciones es más evidente, precisamente por esto las minorías que son manejadas por afiches, colores, números, vallas publicitarias y las redes sociales son persuadidas por el candidato que más billete consiga para ganar el tremendo negociazo en que se han convertido alcaldías o gobernaciones; la hartera del asunto es que muchas veces los dineros que patrocinan dichas campañas son derivados de nuestros mismos dineros públicos, el lavado de activos o inversionistas de dudosa procedencia quienes al lograr éxito en las elecciones pasaran a ser partícipes de la nueva burocracia y entonces lo público pasara a ser un medio para adquirir propiedades privadas sin que institución alguna sirva de filtro para instaurar un orden o castigo.
La verdad sobre la elección a conciencia es conocer el plan de trabajo de los candidatos compararlos y examinar cual es el proyecto que mejor este acorde a usted como elector y las políticas públicas que se exigen en el momento, solo así y en un momento determinado podrá ser escuchado o protestar por clausulas incumplidas por un candidato demagogo que se hizo elegir a sabiendas de la imposibilidad de desarrollar un plan de trabajo prometido a sus electores.
En conclusión los comerciantes de la política están a esta hora con plena ansiedad de jugadores de casino a la espera del premio mayor y la repartición del botín, a la espera de la ruleta de la suerte para ganar alcaldías o gobernaciones, sedientos de contratos, coimas, comisiones, todo lo que tiene que ver con desangrar el erario público y la visión de la continuidad de sus políticas para no despegarse de la teta política. Por ahora creería y votaría solo por aquel candidato que se comprometiera con la seguridad (coacción legitima del Estado), el acceso a la educación pública más amplia y sin tanto protocolo, el derecho a la salud debe llegar hasta el último rincón del departamento o municipio, el control de los migrantes, la sanción a negocios o establecimientos que contraten migrantes sin documentos en regla para negarles los derechos que por ley les pertenezca. El derecho a la vida, a una vivienda digna y unas políticas públicas no deben ser temas inconclusos en cualquiera de las administraciones.
Por ahora los colombianos asistiremos a la fiesta de la democracia teniendo claro y sabiendo que los comerciantes de la política solo están claros en el porcentaje que piensan cobrar en las diferentes tareas de sus administraciones (lo cómico del caso es que después de que se dan la gran vida con nuestros impuestos hay que decirles señor o doctor).