Nuevos vientos culturales samarios

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Carlos Escobar de Andreis

Carlos Escobar de Andreis

Columna: Opinión

e-mail: calli51@hotmail.com


El parque San Miguel parece un cuadro antiguo. Está enmarcado por dos monumentos arquitectónicos cual piezas de madera finamente tallada.
Al Sur, “el gobernador de la Provincia de Santa Marta José de Astigarraga y el obispo Anselmo José de Fraga y Márquez, en 1793 conciben la idea de construir en la ciudad un nuevo cementerio, en acatamiento a lo promulgado en 1787 por el Rey Carlos III, donde se obligaba a que este tipo de construcciones debían hacerse en las afueras de las poblaciones para evitar epidemias” Eligieron el sitio que hoy ocupa: Callejón del Cementerio, entre la Calle Burechito y la Avenida Santa Rita.

Es una obra del neoclásico, diseñada por el Ingeniero Militar Vicente Talledo y Rivera que se terminó de edificar en 1808 en tiempos del gobernador Víctor de Salcedo y Somodevilla y el obispo Miguel Sánchez Cerrudo, quienes también erigieron la capilla de San Miguel Arcángel que da el nombre al campo santo.

Al norte, está el edificio de “las catorce ventanas” en donde funciona la Institución Educativa Distrital Hugo de J. Bermúdez. Este edificio, fue diseñado y construido para que funcionara en él la Escuela de Artes y Oficios de Santa Marta a finales del S. XIX. Pero, ante la necesidad de tener un sitio seguro para guardar a las personas condenadas por diferentes delitos, se le hicieron unas adecuaciones tipo panóptico y, una vez se terminó de construir la Escuela Industrial en 1928, de “artes y oficio” pasó a ser el reclusorio de la ciudad. Siguió siendo cárcel hasta finales de los cincuenta, que se convirtió en el recinto que albergaría a los estudiantes del Hugo J.

El conjunto cementerio, parque y colegio remarca la existencia de un hito urbano de gigantes proporciones en el Centro Histórico de Santa Marta. Posiblemente desaprovechado y abandonado porque sus vestimentas lucen raídas, destruidas y en mal estado. Se perdió la dinámica propia de este lugar. Los vecinos que son los que le dan vida al espacio urbano, ante la sensación de inseguridad que se siente lo abandonaron y, llenos de miedo, se lo cedieron a la indigencia, a la prostitución, la delincuencia, el consumo y venta de drogas, la invasión del espacio público, el alojamiento nocturno de familias sin techo y a un criadero de gatos. El conjunto perdió su esencia. El parque, el cementerio y el colegio se desdibujaron en su belleza y todo indica que debemos rescatarlo.

Y el rescate ya se inició. Con aportes de los entrenadores de básquet, de los hoteles, hostales y Junta de Acción Comunal se recuperó la zona de juegos de niños. Y, con la participación de los empresarios del Centro Histórico, el Hugo de J. Bermúdez, la Policía, El Distrito de Santa Marta, los vendedores de flores, las tiendas y los vecinos este 19 de octubre, desde las 3 de la tarde, estarán todos llamando la atención de la ciudad para que volvamos la mirada hacia el potencial artístico, cultural y deportivo que se podría desatar como conjuro para volver a ocupar el parque y apreciar la belleza del cementerio y del colegio, que son patrimonio de los samarios.

La programación está para chuparse los dedos: bazar gastronómico, teatro “Edipo Rey” de Antígona, danzas folclóricas, canto, poesía, baile, son cubano, tamboras, banda de paz y orquesta tropical de la Policía Metropolitana para pasar un rato ameno, agradable, divertido, de integración social y fiesta del que solo se espera deje ganas suficientes para repetirlo, por lo menos cada mes, hasta que se vuelva costumbre y produzca el efecto buscado.