Tragedia en Noruega

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Escrito por:

Tuto Santos Araújo

Tuto Santos Araújo

Columna: La Columna de Tuto

e-mail: tutinoaugusto@yahoo.es



Lo sucedido en Noruega, en donde Anders Behring Breivik, con escasos 32 años, asesinó a sangre fría a mas de 73 personas que estaban en la isla Utoya, en un campamento juvenil y horas antes había colocado unos artefactos en las instalaciones donde labora el Primer Ministro, en la capital nórdica de Oslo, dejando 7 personas muertas, es una demostración fehaciente de la intolerancia que sucumbe en el orbe.

Las ideas nazis perduran en el mundo.

Eso es inocultable. Negros, gitanos, judíos, homosexuales, mendigos, miserables y drogadictos están en la mira, sumando también a aquellas personas que políticamente no piensen igual, es decir, en la superioridad de la raza, en las políticas neoliberales, en donde el rico es cada vez más rico y el pobre más pobre.

Alrededor del mundo nos encontramos con personas que no toleran la crítica, ni mucho menos tener relación con alguien diferente a su linaje. Encontramos a individuos que detestan a quienes no promulguen ideas políticas o racistas, iguales a las de ellos.

Un ejemplo palpable es del homicida en Noruega, paradójicamente en donde entregan el único Nobel que es de la Paz.

Nos cuentan los medios algunos apuntes sobre la personalidad de Anders Behring Breivik: su religión es la cristiana y su ideología la ultraderechista; detesta la religión islámica y a sus seguidores; acusa de traidores a los europeos que han permitido esa multicultura; su afición es la caza y los juegos y películas referentes a la guerra; y por sus rasgos físicos, nos imaginamos que abomina a las otras razas; un nacionalista como él mismo se calificó.

Un ejemplo de intolerancia también se ha vivido aquí en nuestra patria macondiana, la cual creció de sobremanera en los 8 años de gobierno del Dr. Álvaro Uribe. Quien osará contradecir o cuestionar al entonces mandatario, en cualquiera de sus políticas, era tildado de traidor a la patria y de amigo de terroristas. El disenso en buenos términos, se acabó en el país. Así como está acabando con el mundo.

Ñapa 1. Buena la proposición de la concejala Patricia Caicedo, en la que insta a las empresas carboneras a que respondan por los daños ambientales que ha causado y seguirán causando en la ciudad.

Y una falta de respeto que los representantes de estas compañías, no asistieran al debate al que los había invitado.

Ñapa 2. Buena, también el proyecto de ley que presentará el representante Libardo García, en el que pedirá revocar algunos puntos de la lesiva reforma laboral que quitó horas extras y recargos a los trabajadores. ¡Más que justo!