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Columnas de Opinión
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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Los samarios nos hemos quedado a la espera de que la única mujer aspirante a la alcaldía debata con sus competidores o acepte entrevistas; seguiremos esperando.  Dos razones explican la actitud de la escurridiza y silenciada candidata.

La primera, es que la estrategia política dicta no debatir ni dar entrevistas cuando se lidera en la intención de voto.  Según una encuesta de dudoso cuño, supuestamente Johnson lidera por bastante la intención de voto; esto le daría “credibilidad” a la estrategia de evitación.

La segunda, que de todos los candidatos es la menos preparada, la que menos conoce los problemas de la ciudad, la que menos independencia tiene y por consiguiente, la única que no sabe ni puede argumentar ni defender posiciones propias o ajenas.  La hoja de vida de Johnson es más liviana que el helio y no da para ocupar altas posiciones y mucho menos alcaldesa. 

La primera justificación es más propia de democracias maduras en donde el voto de opinión es el prevalente y donde un mal debate o una desafortunada respuesta pueden hacer la diferencia entre liderar la intención de voto e irse al piso.  Todos sabemos que en Santa Marta el voto de opinión no es el que decide y es minoritario, así que por aquí no es. 

La segunda justificación es más lógica.  Todos sabemos que Johnson es cuerpo ajeno y que ella no gobernaría de ganar.  Todos sabemos que carece de la idoneidad para conducir los destinos de la ciudad, y ella también lo sabe.  Consecuentemente, la estrategia es solo exponerla en escenarios perfectamente controlados donde no haya la posibilidad de salirse del libreto y donde no quede en evidencia la ineptitud de la candidata.  Johnson fue graduada de lorita bien comportada que solo sabe responder a la pregunta de si quiere cacao.  La estrategia ha sido darle credibilidad a una candidata que por méritos propios es inviable y mantener la ilusión óptica hasta el 27 de octubre.  Desde el punto de vista del marketing político la estrategia es impecable, más allá de que sea otra estafa en detrimento de Santa Marta.  Las estafas para funcionar tienen que ser creíbles, y en esto Caicedo y compañía son maestros.

Por lo anterior, la estrategia política en Santa Marta ha girado en torno al movimiento Fuerza Ciudadana y no de Johnson, además porque apalanca a Caicedo.  De aquí el afán de Martínez de inaugurar todas las obras que pueda y sacar pecho, aunque no sean suyas.  Otra ilusión óptica.  Hoy, Martínez inaugura lo que sea y da permiso al que sea para lo que sea; cada voto cuenta.  Ellos saben que la última imagen es de crucial importancia, y al promover las “obras” de la “alcaldía del cambio”, promueven a sus candidatos quienes se postulan como candidatos del “cambio”, y violan sin que se note la norma que prohíbe participación del alcalde en política.  La verdadera estrategia de Fuerza Ciudadana ha sido utilizar las peores prácticas clientelistas, esas que tanto condenan de boca para afuera, para quedarse con la alcaldía y por qué no, la gobernación. 

Dije antes, y me ratifico, que gane Palacio o gane Johnson, pierde Santa Marta.  Sin embargo, considero que con Johnson Santa Marta perdería muchísimo más.  Cualquiera de los otros candidatos sería mejor y preferible a Johnson.  De aquí la urgencia de armar una coalición de todos los otros candidatos.  La unión entre Palacio y Herrera es un paso en la dirección correcta pero deben sumarse Humberto y Jaime.  En estrategia debe privilegiarse siempre la opción más óptima porque racionalmente es la única disponible, y este es el caso de la unión de todos. Sin esa unión todos se hunden con las peores consecuencias posibles para la ciudad.  Es imperativo recuperar Santa Marta para los samarios y liberarla de la rapacidad y mezquindad de Fuerza Ciudadana…aunque ese “libertador” sea Palacio. 

Hago un llamado con carácter de urgencia a Humberto y a Jaime para que se unan sin dilaciones a quien resulte ganador en la encuesta de Gallup.  La realidad sugiere que ninguno de los dos tiene opción alguna.  Estratégicamente, la opción más óptima de ambos es sumarse a la unión.