La nueva ruta de la seda

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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Deng Xiaoping, el sucesor de Mao Tse Tung, recompone la precaria y atrasada economía china con sus cuatro modernizaciones: liberalización de la producción agrícola, atracción de la inversión extranjera, política agresiva de exportaciones y las zonas industriales especiales, localizadas en catorce ciudades costeras y la desembocadura de tres importantes ríos.

Estas políticas abrirían la nueva “ruta de la seda”, para el intercambio de materias primas y mercancías diversas con muchos países del mundo. Shenzhen, localizada en el delta del río de las Perlas, es una megaciudad ultramoderna de más de 12 millones de habitantes, que conecta a Hong Kong con el continente; se le considera el “Silicon Valley” chino. Inicia allí la nueva Ruta de la Seda, la cual involucra estructuras terrestres y marinas que conectarán a China con 68 países, un megaproyecto de 8 billones de dólares. Por ahora...

Gran influencia ha tenido la devolución de Hong Kong a la China en 1997, un importante centro industrial, comercial y financiero del mundo, respetando el modelo político y económico, y un “alto nivel de autonomía” por los siguientes 50 años. Macao, devuelto por Portugal en 1999, se ha convertido en Las Vegas de Asia. Existe en China un ferrocarril transcontinental que conecta con el transiberiano, el cual cruza a Rusia, y un puente que enlaza a China con Kazajistán; además, una red de carreteras que enlaza las ciudades de la ruta. El Transiberiano conecta los puertos rusos del Pacífico con Moscú, y de ahí con los puertos marítimos de Europa; también a Corea del Norte. Se trata de una línea totalmente electrificada y de doble sentido que transporta 100 millones de toneladas año, y unos 200.000 contenedores. La nueva Ruta de la Seda se extenderá por los cinco continentes. Xi Jinping presentó en 2013 su propósito de interconectar a la China con su vecindario, pero hoy tiene planeadas obras en todos los continentes, muchas en curso o ya terminadas. Más de 100 países adhirieron al megaproyecto que engloba componentes comerciales, financieros, de seguridad y culturales. Además de carreteras, rutas ferroviarias, puertos, aeropuertos e infraestructuras de transporte, incluye normas y estándares, aduanas, tribunales y comercio electrónico. Con ello, China busca el desarrollo de sus atrasadas regiones occidentales, abre nuevos mercados, y propende por la implementación de sus estándares tecnológicos como la telefonía 5G.

Las inversiones del dragón asiático son descomunales: 41 oleoductos y gasoductos, 199 centrales energéticas, y construye 203 estructuras entre carreteras, puertos, puentes y líneas de ferrocarril, la mayoría en Asia y África, pero también incursiona en casi toda América, incluyendo a Estados Unidos y Canadá. No preguntan los dirigentes chinos por la situación de los derechos humanos o el régimen político de la nación a la que arriban. “Deberíamos hacer más y hablar menos”, dijo alguna vez Deng Xiao Ping. Los países con debilidad comercial anhelan la chequera china. La estrategia ha sido criticada por Europa, Japón y Estados Unidos, quienes hablan de la “trampa de la deuda”; lograrían los chinos silencio sobre la violación de derechos humanos o decisiones favorables en instancias internacionales. Seas esas o razones distintas, lo cierto es que China abre y mantiene mercados gracias a esa estrategia. Así, Pekín es acreedor de más del 50% de la deuda exterior de países como Kirguistán, Laos, Maldivas, Mongolia, Montenegro, Pakistán, Tayikistán y Yibuti. La fragilidad económica de Sri Lanka fue solventada con la cesión del estratégico puerto de Hambantota a una empresa china. En Yibuti, en el Golfo de Adén, está primera base militar china extraterritorial.

Occidente exige a China respeto por el medio ambiente, que los proyectos beneficien a los países receptores y que puedan pagarlos, lo cual ha frenado la firma de memorandos de entendimiento. Jinping, en la pasada Cumbre de Beijing, prometió que su nueva Ruta de la Seda será ecológica y sostenible, y producirá los mismos beneficios para todos los participantes. Adicionalmente, propuso una política de alta calidad (que está andando en China hace algunos años), apertura bilateral, desarrollo verde e integridad moral de los participantes, tolerancia cero con la corrupción y cumplimiento de los estándares internacionales. La avanzada china pone a pensar a Occidente, y esto ha desatado la nueva guerra comercial. Los orientales, siguiendo a Sun Tzu, ya están preparados para afrontarla.