Poder y violencia

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Escrito por:

Eimar Pérez Bolaños

Eimar Pérez Bolaños

Columna: Opinión

e-mail: eimar.perez@unad.edu.co


El poder y la violencia son dos acontecimientos que se encuentran imbricados entre sí. Sin embargo, algunas veces se muestran antagónicos, dependiendo la forma en que se practican y en otras circunstancias paradójicamente son indisolubles.

A pesar de ello, en las discontinuidades de las relaciones humanas, sobre todo en instancias jerárquicas siempre están presentes categóricamente, generando tensiones, que a lo largo de la historia han permitido una serie de interpretaciones y conceptualizaciones sobre todo de tipo político, ético y hasta ontológico.

A pesar de ello, poder y violencia en el lenguaje cotidiano son concebidos como sinónimos. El primero como dominación por la fuerza y el segundo como agresión y choque de fuerzas. No obstante, en los discursos contemporáneos, especialmente desde el campo de la filosofía política van más allá de la literalidad de las prácticas comunes. Un ejemplo de ello, son las interpretaciones del francés Michel Foucault, considerado como uno de los pensadores más asiduos que se ha dedicado a construir una genealogía del concepto. En ese sentido, afirma que el poder no es una institución de sujeción de los ciudadanos, es más bien “el nombre que se le presta a una situación estratégica compleja en una sociedad dada”. Esta situación lleva de suyo tácticas que permean más que los cuerpos, la conciencia, haciendo efectiva la coerción sin ser percibida, sin ser pensada. Es decir, poder no es un ejercicio presente de superioridad como se concibe cotidianamente, sino un acontecimiento inherente a las relaciones mismas, comprensibles, asimilables conscientemente.

 En esa misma línea discursiva Byung-Chul Han, aporta también al tema considerando que el poder se asume a través de los hábitos. Es decir, como un acontecimiento derivado de la costumbre, bajo el sofisma de la libertad. “El hábito designa la totalidad de disposiciones o costumbres de un grupo social. Surge por la asimilación de los valores o las formas de percepción que están planteados en función de un determinado orden de dominio”.

Por otra parte, en articulación al acontecimiento de poder, la violencia también tiene una historicidad y unas prácticas en el devenir humano. Sin embargo, en la actualidad ocupa unas características similares al ejercicio del poder en relación a su omnipresencia tal como lo asume Foucault. “(…) se está produciendo a cada instante, en todos los puntos, o más bien en toda relación de un punto a otros”. En ese sentido, como había advertido, la violencia en la actualidad deja de ser choque directo y evidente hacía al otro para convertirse también en una forma sutil de coerción y de amenaza, tanto a la otredad como del sí mismo. Es así, que Chul Han afirma “La violencia sufre una interiorización, se hace más psíquica y, con ello, se invisibiliza”.

No obstante, hay que tener en cuenta que el contexto del pensador francés es distinto a las interpretaciones de Chul Han, porque La sociedad actual ha devenido dinámicas diferentes al contexto de Foucault, sobre todo en que las prácticas humanas se han instrumentalizado a través de tecnologías sofisticadas, en donde poder y violencia son menos perceptibles. En ese orden, son acontecimientos ontológicos que desde la praxis política se dinamiza su ejercicio. Por ejemplo, su intencionalidad estriba en la  invisiblización del otro. Por eso, de acuerdo a Chul Han “Tanto la violencia como el poder son estrategias para neutralizar la inquietante otredad, la sediciosa libertad del otro” (p. 103). Es así, que dejan de ser ejercidos desde lo externo para interiorizarse en el sujeto, para ser asumidos desde la misma conciencia. Es decir, son acontecimientos relacionales donde no pretende eliminar completamente la otredad, más bien su ejercicio tiene como objeto minimizarla.

En suma, La articulación entre las dos categorías son desarrolladas con más amplitud por Byung-Chul Han, considerando que se complementan para su ejercicio, es decir, para su aplicabilidad. “la violencia debe convertirse en poder para abrir un espacio (…) pone un no en forma de negación. El poder, en cambio, se despliega alrededor de un sí”.