El agro y el petróleo, dos mundos distintos

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Luis Palencia Salas

Luis Palencia Salas

Columna: Opinión

e-mail: luiscarlospalenciasalas@gmail.com


“Tenemos una sobrexposición de ecosistemas diversos y complejos acuíferos subterráneos de enorme riqueza y unos riesgos de mayor sismicidad por los tipos de suelo que tenemos.

Por eso he dicho: en Colombia no se hará fracking”. Así, lo expresaba enérgicamente el entonces candidato presidencial Iván Duque, en una de sus intervenciones de campaña. Al parecer, éstas solo fueron palabras motivadas por la calentura del debate y con el ánimo de captar adeptos dentro de una sociedad que se ha tornado mucho más crítica en lo concerniente al medioambiente y las amenazas que representan ciertas actividades a nuestro patrimonio natural.

A pesar de la forma categórica en con la cual Duque afirmaba su propuesta de no explotar yacimientos no convencionales, en su Plan de Desarrollo, con un ‘mico’, dejó esa puerta abierta, el cual fue aprobado por la mayoría del Congreso. Cabe recordar que el fracking o también llamada fracturación hidráulica, es una técnica para extraer petróleo y gas del subsuelo a través de la perforación usando agua y químicos. Este proceso, fragmenta el subsuelo y estos fluidos de químicos y petróleo terminan vertidos en los cuerpos de agua subterráneos y demás fuentes hídricas. Es evidente que esta actividad conlleva un riesgo altísimo, que expone la principal riqueza que tiene nuestro país. 

Estos programas hacen parte de un tipo de políticas basados en instituciones extractivas, en la cual, no se caracteriza por darle al país un verdadero apoyo a los sectores en los que realmente se posean ventajas comparativas. Sin lugar a dudas, el sector con más potencial de Colombia, es el sector agrícola, pero el nivel de esfuerzos y recursos hacia este sector es inferior a lo que se le invierte al sector minero-energético, en especial, al sector petrolero, en relación a lo que repercute cada uno en la sociedad y la economía. No se explica que seamos una economía petróleo-dependiente, contando con inmejorables condiciones naturales, la cual, hace que seamos privilegiados, por poseer tierras aptas para cultivos en diferentes partes del país debido, además, a la gran variedad climática y geológica.

Por lo anterior, el sector agrícola debería ser el epicentro de nuestra economía, los productores, pequeños, medianos y grandes deben poseer las condiciones necesarias para desarrollar su actividad, contando con las vías necesarias para sacar su producción (desde vías terciarias como vías principales), un apoyo técnico, financiero y legal por parte de las instituciones gubernamentales para fomentar, cohesionar e impulsar la producción agrícola y poder dar el salto de poseer, no solo, una ventaja comparativa, sino también, una ventaja competitiva en el mercado local y mundial.

En conclusión, para poder dar ese salto, se deben hacer políticas de estado que reenfoquen nuestra identidad como país, que haya visión general de nuestro contexto y el contexto global, que podamos tener programas de gobierno que vayan de la mano con el agro de manera contundente a diferentes a escalas y no parcializado como se ha hecho a lo largo de nuestra historia.