Las reformas a la justicia

Columnas de Opinión
Tamaño Letra
  • Smaller Small Medium Big Bigger

Escrito por:

Francisco Galvis Ramos

Francisco Galvis Ramos

Columna: Contrapunto

e-mail: contrapunto@une.net.co



Después de la infortunada eliminación de la selección de fútbol en la Copa América, ocupémonos del tema de las anunciadas y tantas veces frustradas reformas a la justicia y me late que esta vez tampoco va a ser posible adelantarla por la vía del Congreso de la República.

La cosa es clara, los miembros de las Altas Cortes tienen demasiados intereses y privilegios creados por cuya defensa actuarán a extremos aún no sospechados, mientras que los usuarios del aparato judicial, los ciudadanos de a pie, se irritan a la espera de unas sentencias tardías cuyos efectos si acaso cabrán recaudarlos a los sucesores de los actores.

Las corporaciones judiciales y los juzgados están colapsados de vieja data, en ocasiones por la cantidad inmisericorde de causas a cargo de los despachos y también a veces porque existen funcionarios morosos cuando no lo suficientemente preparados para eso de administrar "pronta y cumplida" justicia, según lo manda la letra muerta de esa gran reina de la burlas: la Carta Política.

La mora judicial se da por distintos fenómenos. Ante todo por la congestión de los despachos, pero también porque se dan algunos conocidos casos de funcionarios callejeros o los de otros entregados en demasía a servir cátedras y, lo más grave, aquellos farragosos y "copietas" que inundan folios y folios con las decisiones, porque carecen de capacidad de síntesis o de eso que llaman sabiduría. El hombre sabio es breve y preciso.

Otro hecho que retrasa la administración de justicia y contribuye a colapsarla es esa inicua y pasada de moda institución de la denominada "consulta" de sentencias, que debería ser eliminada de tajo de los códigos de procedimiento.

No se podría esperar que los miembros del Congreso de la República se atrevan a actuar a fondo en materia de las reformas a la justicia, para tocar los intereses de los más conspicuos miembros de la Rama Judicial, pesando eventualmente sobre ellos sin miramientos la espada de Damocles de la revancha judicial.

El sistema de pesos y contrapesos en Colombia es una locura, hecho para provocar cortos circuitos y choques de trenes, como se ha visto desde el reciente pasado con miembros del Congreso y también en el ejercicio de las funciones electorales asignadas extraña y nocivamente a Cortes y Tribunales.

Los ciudadanos, especialmente los centenares de millares que se han visto favorecidos vitalmente por la acción de tutela, de seguro no van a permitir que se degrade desde la Constitución el ejercicio de tan querida, efectiva y fundamental herramienta, so pena de desordenes callejeros. La Jurisprudencia ya ha dañado un poco la acción de tutela, pero que no sea la Carta Política la que prohíje los menoscabos.

Lo que cabría pedir es que se extremen las condiciones para la calificación del factor calidad de los operadores judiciales, para que contrario a ahora sea el examinador quien elija los expedientes a verificar y que las condiciones de ingreso a la carrera judicial privilegie los conocimientos y no el burocratismo ajeno al que- hacer judicial y esas son cosas que corresponde hacer a la Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura dentro de sus competencias constitucionales.

También habría que convenir como apropiado que la edad de retiro forzoso para el ejercicio de cualquiera función pública sea incrementada, de la misma manera que a cada rato se endurecen las edades de jubilación.

Tiro al aire: una verdadera, auténtica, seria y trascendental reforma a la justicia solamente será posible a través de una Asamblea Nacional Constituyente, lo demás serán forcejeos inútiles y desgastadores.