Enfermedad social llamada violencia

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Oscar Bravo Rojas

Oscar Bravo Rojas

Columna Sociológica

e-mail: osbraro@gmail.com


La violencia en Colombia es el resultado de una enfermedad social, llamada anomia, siendo los síntomas de la misma un problema de todos y cada uno de nosotros, no solo de las instituciones, que de paso no se escapan de este estado aberrante de postración y corrupción.

Tenemos que reconocer que estamos formados en una sociedad de mentiras, de falsos valores, donde el excesivo y dañino individualismo seguido de un materialismo pragmático agudiza cada día más la situación de violencia que tiene el territorio nacional, donde el pan de cada día es el asesinato, atentado o amenazas de los líderes sociales, quienes ofrendan su vida por una sociedad que se muestra intencionalmente inconsciente, como si estas personas no fueran nuestros semejantes que sienten y quizás son más consciente de nuestra enfermedad llamada violencia.

Los sociólogos consideramos que la violencia la interiorizamos en nuestro propio yo, es decir lo primero soy yo, lo segundo yo, tercero yo y si sobra algo más, eso debe ser para mí. De la anterior concepción o cosmovisión nace un producto inevitable: una sociedad enferma que encuentra su máxima satisfacción en una o varias formas de violencia, que en cincuenta años de conflicto ha dejado más 280 mil muertos, ocho millones de desplazados, y últimamente centenares de líderes defensores de los derechos humanos. El anterior diagnostico trae de paso sus consabidas consecuencias: desempleo, aglomeraciones subnormales, prostitución, corrupción, drogadicción y una estela larga de males que hacen que la enfermedad social de la violencia alcance su estado comatico, estando en cuidados intensivos.

En una sociedad como la nuestra, donde la justicia es aplicada solo para los de ruana, nace la venganza, la cual tiene su fundamento cuando todos sabemos que no se hace nada, no hay justicia, nadie se preocupa por mi dolor y finalmente tengo que ser yo quien me defienda o sobreviva en un mundo lleno de pirañas. Hemos perdido la confianza en los demás, vemos a nuestro semejante como un enemigo potencial, como nuestra competencia, el cual tenemos que sacarlo del camino como fuera, aun a costa de su vida, que lamentablemente es considerada de poco valor ante el deseo desmedido de alcanzar nuestros objetivos o propósitos trazados.

Carlos Valdez, el director de investigaciones de medicina legal, manifestó en una oportunidad que en Colombia la violencia no desaparece, solo se transforma, y que somos violento por la fuerza de la costumbre, esta enfermedad esta interiorizada en nuestro comportamiento, es una forma relacionarse para mostrar jerarquía o dominio. La violencia es el arma del poder y siempre lo ha sido así, y lo peor es que tratamos de incorporar esas formas de violencia en nuestro comportamiento y lo legalizamos.

Los violentolgos consideran que se necesita una segunda generación, la cual tomaría unos 50 años para superar en gran medida los síntomas de la enfermedad social llamada violencia. Pero no podemos esperar cinco décadas para ver los primeros resultados, debemos comenzar desde ya, enseñándoles a los niños en los hogares y en su entorno escolar que debemos mejorar las relaciones sociales, que la tolerancia es un elemento fundamental, unidos al amor, haría de nuestra sociedad colombiana un ambiente más sano y profilácticos ante la violencia.