El “antes y el después”

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Escrito por:

Veruzka Aarón Torregrosa

Veruzka Aarón Torregrosa

Columna: Opinión

e-mail: veruzkaaaron.t@gmail.com

Twitter: @veruzkaaaron


Es comprensible que en política los discursos de los candidatos durante el periodo de campañas electorales se centren en confrontar propositivamente los resultados de la gestión de los gobiernos que les anteceden, sin embargo también es regular que esta etapa sea superada una vez los candidatos

asumen sus cargos como gobernantes, ya que sus espacios de dialogo con la ciudadanía en general, buscan en adelante ser aprovechados para socializar, promover y posicionar sus planes y respectivos resultados.

Contrario a lo anterior, en los últimos años ha hecho carrera tanto en el orden nacional como local, la tendencia en algunos gobiernos de mantener la atención en el pasado, lo que en muchos casos ha ido acompañado de insultos, agresiones e intimidaciones, que han propiciado fuertes confrontaciones políticas y sociales en todos los niveles de la población. Claramente, este es un recurso para distraer la atención pública y evitar así, que la ciudadanía evidencie la incompetencia de sus gestiones y la inmoralidad de sus actuaciones públicas y privadas.

Si bien Santa Marta no ha estado ajena a estas tendencias políticas, su caso es realmente insólito, dado que quienes han recurrido al discurso del “antes y el después”, para cubrir con el pasado sus fracasos como gobernantes, son precisamente quienes aparecen cuando miramos en el espejo retrovisor, pues luego de 8 años, es decir dos periodos consecutivos en el poder, estos no han querido reconocer que se han convertido en los del “antes”, no solo por el tiempo transcurrido sino por sus cuestionables actuaciones.

Hábilmente el Alcalde Rafael Martínez y su jefe político, han arraigado en el ideario colectivo de un sector de la ciudadanía, un discurso donde posan como víctimas de un mundo que conspira contra ellos, esto con el fin de no asumir sus responsabilidades frente a los mediocres resultados como administradores de lo público. Pese a que otro sector de la ciudadanía se ha concientizado de la aplastante realidad, sustentada por cifras y estudios que no tienen tinte político ni ideológico, lo cierto es que el discurso del “antes y después” ha destronado a la lógica y el discernimiento en muchos.

Para los seguidores del actual gobierno distrital, no hay argumentos, cifras o resultados que valgan, todo se reduce a ser “amigos o enemigos del cambio”; propio del modus operandi que diseñaron desde su paso por la Universidad del Magdalena, cuando fueron grupo de poder.

Bajo este modus lograron criminalizar el pasado frente a sus adeptos, logrando que estos mismos persiguieran y acosaran a todo lo que representaba a quienes les antecedieron. Valiéndose de medias verdades y la manipulación de algunos medios de prensa a nivel local y nacional, lograron también que la comunidad académica, ciudadanía, actores políticos y económicos de la época, apoyaran su modelo a expensas del sacrificio de la academia y el carácter público, que con la esencia de dicha institución.

Tal y como lo hicieron esta semana Camilo George y otros secretarios del Distrito que denunciaron  amenazas en su contra, algunos estudiantes, profesores y trabajadores, en medio de la intensa lucha que librábamos por la defensa de la Universidad Pública, clamábamos por ayuda al resto de la ciudadanía sin tener respuesta. La anestesia del pomposo discurso del “antes y el después”, no permitió que nuestras voces fueran escuchadas. , Mientras Carlos Caicedo y el ahora Alcalde Rafael Martínez consolidaban su poder en la Unimag, dejaron a su paso una institución semi-privatizada, con bajo nivel de posicionamiento académico, 3 miembros de la comunidad universitaria asesinados y 5 más desparecidos.

Después de casi 20 años de estos hechos, es imperdonable que los mismos creadores del “antes y el después” en la Unimag, impunemente pretenden repetir la historia de terror en el Distrito.  Al parecer, nuestra lucha y nuestros muertos en la Unimag, han sido insuficientes, tanto para la ciudadanía indiferente, como para la justicia y órganos de control, que a pesar de las múltiples investigaciones y sindicaciones que pesan sobre Carlos Caicedo y Rafael Martínez, a la fecha no toman decisiones de fondo para garantizar a los electores un ejercicio democrático transparente y eficiente.

Toda mi solidaridad con los funcionarios que valerosamente enfrentan amenazas contra sus vidas.



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