Día Mundial de la Población

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Escrito por:

Ignacio Pareja Amador

Ignacio Pareja Amador

Columna: Reflector Mundial

e-mail: reflectormundial@yahoo.com.mx

Twitter: @Nacho_Amador 



Se estima que el 11 de julio de 1987 nació el habitante número 5000 millones en el planeta. Fue una cifra que respondió directamente al boom demográfico de la década de los sesenta, y que Naciones Unidas decidió hacer institucional para recordarnos que, independientemente de los muchos que somos, todos importamos como seres humanos y debemos por tanto, gozar de garantías y derechos por tal condición.

En este reflector mundial ya se ha mencionado que el presente año resguarda una importancia particular, pues según las estimaciones del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa) a finales de octubre llegaremos a la cifra histórica de 7 mil millones de habitantes en el mundo, un hecho que está directamente relacionado con el periodo de transición demográfica que viven la mayoría de países, donde las tasas de natalidad y la mortalidad infantil se han reducido de forma significativa, además de que a nivel mundial ha aumentado la esperanza de vida, la cual era en 1800 de 30 años y ha pasado actualmente a 67 años.

El crecimiento de la población mundial es de 1.09% anual, para que podamos dimensionar de mejor manera podemos decir que en el mundo cada segundo nacen 5 niños y mueren 2 personas. Los países más poblados son China (1,336 millones), India (1,189 millones), Estados Unidos (313 millones), Indonesia (245 millones) y Brasil (203 millones).

Algunos exceptivos aseguran que no hay nada que celebrar, que el hecho de alcanzar los siete mil millones de habitantes se traducirán en mayores males para el planeta. A simple vista pareciera que no están tan equivocados, pero si consideramos que el máximo objetivo de toda especie es la supervivencia, nos daremos cuenta de que el ser humano ha triunfado en esta empresa.

Sin embargo, en efecto todavía hay importantes pendientes por resolver, como la pobreza y el hambre que vive uno de cada seis habitantes en el mundo, la inexistente cobertura universal de los servicios de salud, educación, vivienda, agua, etc. Además quedan sin resolver consensos internacionales vinculantes para implementar los principios de sustentabilidad en toda política pública que se aplique en los países, sobre todo en aquellas áreas de gran impacto para el medio ambiente como la producción industrial, la extracción petrolera, las actividades mineras, etc.

Por otro lado, en este universo de 7 mil millones nos encontramos el mayor monto de jóvenes que han existido en la historia del hombre. Pese a que la mayoría vivimos en países en desarrollo (89%), muchos contamos con herramientas tanto informativas como prácticas para ampliar nuestras redes sociales y buscar cambios significativos en el mundo.

No podemos negarnos la oportunidad de tratar de mejorar las condiciones del globo y sus habitantes, es ilusorio pensar que el ser humano es un cáncer para el planeta, quien afirma esto niega enormemente su naturaleza y anula toda posibilidad de un cambio sin caer en radicalismos.

No podemos dejar de ver los pendientes, pero tampoco debemos estancarnos. Un día como este 11 de julio nos brinda la oportunidad de dimensionar de nueva cuenta lo que somos como comunidad global, nos da la ocasión de festejar los avances y de ser más participativos en la vida pública, económica, social y cultural de nuestras naciones, para impulsar la resolución de nuestras problemáticas. Imagínense cuantas historias, cuantas biografías extraordinarias, cuanta gente sumamente interesante se encuentra dentro de estos 7 mil millones de habitantes, cuántas personas por conocer, cuántas energías por sumar, parafraseando al Dr. Babatunde Osotimehin, director general del Unfpa podemos decir que esta cifra de personas puede ser sinónimo de miles de voluntades y acciones conjuntas para enfrentar los grandes retos de la humanidad.

Incluso una alternativa para encarar estos inmensos retos ya ha sido planteada a nivel internacional, ésta consiste en dar seguimiento y cumplir con las metas propuestas en los 8 Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), pactados en septiembre del año 2000 por 187 países. Éstos nos permiten hacer un diagnóstico de la situación de pobreza y hambre en cada nación, nos dan la pauta para destinar recursos públicos y privados en los rubros de mayor rezago, nos posibilitan disminuir la tensión social que tiene tanta fuerza en los países inequitativos como los latinoamericanos, además representan un enorme consenso a nivel mundial, que de rendir frutos, será el mayor triunfo que hayamos tenido como comunidad mundial en nuestra historia.