La megabiblioteca de ‘Caicedonia’

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Escrito por:

Veruzka Aarón Torregrosa

Veruzka Aarón Torregrosa

Columna: Opinión

e-mail: veruzkaaaron.t@gmail.com

Twitter: @veruzkaaaron


Maravillada estaba Santa Marta con los anuncios de las megaobras con las que alardeaba el exalcalde Carlos Caicedo durante su periodo de gobierno, y luego en su secuela como alcalde en la sombra, durante el periodo de Rafael Martínez.

La ciudad se convirtió para la época, en una simulación gráfica, a partir de las imágenes y renders que se publicaban en cuanto espacio podían publicitar; bien fuera en vallas o publirreportajes de medios locales y/o nacionales. 

Una de las obras que más promovió Caicedo fue la Megabiblioteca San Pedro Alejandrino,  contratada en el año 2014, con licencia urbanística aprobada en febrero de 2015, e inicio de construcción en septiembre del mismo año.

Caicedo, fiel a su estilo grandilocuente, afirmó en su momento que esta obra se constituiría en el próximo “símbolo de la ciudad”; palabras propias de quién se sentía en una de esas antiguas ciudades, que se conquistaban para reescribir sus historias con el megalómano fin de los reyezuelos de turno, de superponerse como creadores.  

Después de casi 5 años, cuando la realidad ha aplastado los egos y desteñido la pose de víctima, aparecen las profundas grietas de la manipulación. Es así, como a pesar de que los responsables de esa obra, insistan en que es regular que este proyecto presente un retraso de ejecución de aproximadamente 4 años y un inexplicable sobrecosto de $10.000 millones; la Megabiblioteca se ha convertido para los samarios en un símbolo sí; pero de la corrupción y las malas prácticas contractuales, que una vez más lesionan los intereses del Distrito y la comunidad.

La obra en un principio generó expectativas a partir del prestigio de su diseñador, Giancarlo Mazzanti, uno de los arquitectos de mayor reconocimiento en el país, pero a quién también se le recuerda por el diseño de la biblioteca España de Medellín, proyecto que fue objeto de muchos cuestionamientos en virtud del acelerado deterioró que sufrió su fachada después de su entrega. La situación de este proyecto fue tal, que tuvo que permanecer cerrado durante dos años, para efecto de su restauración. La defensa de Mazzanti ante los cuestionamientos por su presunta responsabilidad como diseñador de la obra, se sustentó en estudios realizados por la Universidad Nacional: “hay unos cambios en el diseño, no sé si son errores, pero el estudio –UN- deja claro que se cambió el diseño y que se afectó la estabilidad.”

Estos hechos, necesariamente obligan a remitirnos a lo expresado en diciembre de 2017 por el exgerente de Infraestructura del Distrito, Sander Rodríguez, “la megabiblioteca ha tenido retrasos en su construcción y adiciones presupuestales debido, principalmente, a los ajustes de los diseños y a que el concreto utilizado en la obra es de color verde y las cementeras lo hacen por pedido”. Quiere decir esto, que la desgraciada ejecución de la Megabiblioteca, se originó a partir de los cambios que se dieron en el diseño y materiales de la obra, tal y como sucedió en el caso de la biblioteca España.

Valdría la pena entonces saber para el caso de la Megabiblioteca, Mazzanti como en el caso de la biblioteca España, asumió el rol de Supervisor que le asistía como diseñador de la obra? Fue informado de la decisión del Distrito de realizar cambios del diseño y materiales originales del proyecto? Autorizó estos cambios? Aprobó la calidad de los materiales nuevos?

En fin, son varias las dudas que deja la participación de Mazzanti en este descalabro, sin embargo contrario al caso de Medellín, éste no se ha tomado la molestia de explicar a los samarios, por qué su diseño terminó siendo uno de los proyectos más caros de la historia de ésta ciudad en proporción a su funcionalidad? Y encima de esto, convertirse en un monumento a la agresión de la estética urbana.  

Carlos Caicedo por su parte se ha coronado como un pésimo planificador y un incompetente ejecutor, dejando a la ciudad en obra negra, agotada presupuestalmente y de ñapa endeudada hasta el año 2049, como lo informó el Alcalde (E) Rúgeles.

La leyenda contará: “La Megabiblioteca de Caicedonia; construida en la ciudad en la que un reyezuelo quiso borrar su historia para autoproclamarse su creador.”



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