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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Tienen que ponerse de acuerdo las máximas autoridades en el tema económico.  Las últimas cifras de crecimiento del PIB han desatado un fuerte intercambio entre el DNP, el ministro de hacienda y la Junta del Banco Central.

Se le acusa el DNP que las cifras dadas no son las reales, y que las reales son mejores; que hay que dejar de lado el fracasismo y mirar con optimismo y que a la región le ha ido peor.  Al margen de todo lo que se diga, la realidad es una: estamos lejos de la meta de crecimiento del PIB de 3.6% que se había propuesto el gobierno.  En su momento lo advertí que el crecimiento no pasaría del 3% en el 2019, y algunos meses después las probabilidades de sobrepasar ese techo son pocas.

Podemos seguir recurriendo al mal de mucho consuelo de tontos y seguir haciéndole eco al pensamiento de que a otros en la región les está yendo peor.  Hay que poner el polo a tierra y entender que desde hace mucho rato Colombia crece muy por debajo del 6%, que es la tasa de crecimiento que se considera es necesaria para reducir la pobreza, en economías como la colombiana.  Estamos anclados en un crecimiento mediocre y no podemos seguir sacando pecho por esto, como si fuera una gran hazaña. 

El desempleo está en los dos dígitos desde hace un tiempo, y es claro que la economía no despega.  Gran parte del problema es la falta de norte y liderazgo del gobierno Duque.  Lo he dicho varias veces por este medio, pero tal vez es bueno repetirlo una vez más: la agenda naranja es una solemne barrabasada.  Hasta tanto Duque no trace una agenda realista y pragmática, y los empresarios y los inversionistas no tengan señales clara de hacia dónde vamos, las cosas irán de mal en peor.  Nos irá mejor si al petróleo le va mejor, y pare de contar.

Para colmo de males, el premio Nobel de Economía Christopher Pissarides y profesor del London School of Economics, dijo algo que muchos hemos dicho, incluyendo a Carrasquilla, el ministro de hacienda, que el salario mínimo colombiano es demasiado alto por la baja productividad.  Donde yo me aparto de tan connotados personajes, es en contrario a ellos, yo no creo que la solución sea bajar los salarios sino invertir en la gente para elevar la productividad.  Esto último es lo que realmente nos va a llevar a ser una economía de ingresos per cápita medianos.

Los apergaminados personajes piensan en términos de costo, y yo pienso en términos de productividad.  Ellos piensan en el corto plazo, y yo pienso en el mediano y largo plazo.  Lo propuesto por ellos nos mantiene hundidos en el subdesarrollo y no nos permite avanzar, y nos condena a tratar de ganar competitividad con subsidios u otras maromas coyunturales; en otras palabras, lo que proponen no asume el reto de transformar la estructura productiva del país, cambio que comienza por un cambio de mentalidad de los empresarios, del gobierno. Es imperativo cambiar el énfasis de costo a productividad.

Alguien se preguntara que esto en que se traduce.  Doy un ejemplo simple.  Tome unos avisos clasificados y mire los empleos.  Los empresarios en su mayoría prefieren contratar personal joven y sin mucha experiencia porque son más baratos; y esto es adicional a la realidad de que la economía no está creando suficientes plazas laborales y por esto hay una sobreoferta de mano de obra.  Después de los 35 años es casi imposible encontrar un trabajo en Colombia.  La mayoría de los empresarios no está dispuesto a pagar por la experiencia y el conocimiento, y por esto las empresas no son más competitivas.

Sería un bien inicio que las partes en contención se pusieran de acuerdo sobre cuál es la tasa real de crecimiento hasta la fecha, y aún más importante, que se pusieran de acuerdo sobre el derrotero que debe seguir el país.  Hasta la fecha  y en este frente, Duque está en deuda con el país.