Food Valley

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La historia de este exitoso y revolucionario modelo de producción de alimentos con alta tecnología comenzó en el año 2004, cuando el gobierno holandés se propuso convertir el país en un referente de la agricultura sostenible bajo un lema ambicioso: “El doble de alimentos con la mitad de recursos”

Fue así como nació la organización llamada Food Valley, que luego en el 2011, se convirtió en un área donde se concentran un gran número de las multinacionales de alimentos, institutos de investigación y la Universidad y Centro de Investigación de Wageningen, con más de 15.000 profesionales activos en ciencias relacionadas con los alimentos, desarrollo tecnológico y fabricación de productos alimenticios de alta competitividad. Una especie del Silicon Valley de California, pero en Agricultura.

Este exitoso modelo tecnológico agrícola, permitió que Holanda (un país del tamaño de La Guajira y el Cesar juntos), exportara en el año 2018, vegetales, frutas, lácteos y procesados, entre otros, por un valor superior a los 90.000 millones de euros, frente a los 120.000 millones de Estados Unidos. Los sorprendentes logros de este diminuto país de 17 millones de habitantes, se basan en la tecnología aplicada al trabajo en campo. Hoy, ocupa el segundo puesto dentro del Top de los 10 países exportadores de alimentos del mundo. Está por encima de Alemania, Brasil, Francia, China, España, Canadá, Bélgica y Argentina.

En el Valle de los Alimentos de Holanda, no es nada extraño ver a campesinos controlando sus campos con tecnología satelital (como la que vi recientemente en Chile con el sistema Crosscheck de Agrosat), para informarse de los componentes químicos del suelo, su grado de humedad, la cantidad de nutrientes que tienen y el crecimiento de las plantas y su producción. Gracias a esta tecnología, en 4.000 m2 se producen, por ejemplo, 20 toneladas de papa. En Cundinamarca, Nariño o Boyacá, se producen en el mismo espacio 9 toneladas.

En Food Valley, siempre es primavera, porque la mayor parte del área cultivada está bajo invernaderos. Durante todo el año se producen las mejores cosechas de tomates, papas, cebollas y demás hortalizas, reduciendo en un 90% la dependencia del agua y de los pesticidas. Además, tienen su propio sistema de auto abastecimiento, ya que producen prácticamente toda la energía y los fertilizantes que necesitan. También producen los materiales para empaquetar y vender sus cosechas.

En desarrollo de tecnologías para alimentación de animales, están trabajando para sustituir los vegetales por grillos. Ellos, encontraron que la misma superficie que se necesitaría para cultivar una tonelada de soja bastaría para producir 150 toneladas de proteína animal. También se convirtieron en líderes mundiales en ventas de semillas con exportaciones que superan los 2.700 millones de dólares al año.

Hace 15 días, expresé en este espacio mi preocupación por los pocos alimentos que se están produciendo en la Región Caribe, por la falta de agua, pobreza de los suelos y nuevas biotecnologías. Que interesante sería desarrollar un Food Valley, en el sur del Atlántico, no sólo para garantizar la seguridad alimentaria a los 11 millones de habitantes de esa región, sino, para convertir a Colombia, en una potencia de exportación de alimentos.



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