La forma del negocio del agua en Santa Marta

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Escrito por:

Veruzka Aarón Torregrosa

Veruzka Aarón Torregrosa

Columna: Opinión

e-mail: veruzkaaaron.t@gmail.com

Twitter: @veruzkaaaron


El agua es considerada la fuente de guerras mundiales para un futuro no muy lejano, sin embargo su escases para Santa Marta es una realidad brutal que la tiene sumida en una profunda crisis.

A pesar de que esta problemática se ha agudizado progresivamente, los gobernantes de la ciudad en lugar de concentrarse en resolverla, lo que han hecho durante los últimos años es aferrarse con exclusividad a la búsqueda de formas de manipulación del negocio de su suministro. Un negocio por cierto muy atractivo y por cuya pugna se nos está empujando con una temible velocidad a ese escenario apocalíptico de guerras e intereses mezquinos, cuyas implicaciones no alcanzamos a dimensionar para los sectores sociales, ambientales, económicos y productivos de la ciudad.

El conflicto alrededor de las soluciones de la problemática se nos ha querido presentar también como un conflicto político entre distintos sectores, pero esto lo que busca en realidad es disfrazar el vergonzoso interés de quedarse con el manejo de los recursos que trae consigo el negocio del agua en la ciudad.

Los dos últimos gobernantes especialmente, se desgarraban las vestiduras ante la prensa para presentarse como los grandes defensores por la solución de ésta problemática, y a pesar de que en cabeza de estos como en los anteriores, se tuvo la oportunidad de realizar inversiones para  mejorar la prestación del servicio, esto finalmente no se hizo.

Así las cosas, en lugar de salir con sus peripatéticos dramas de persecución, por qué estos gobernantes no le explican a los samarios, cual fue la razón para que durante sus administraciones se dejaran de invertir recursos para atender soluciones en el corto plazo, tal como el de las pérdidas que sufre el sistema en el proceso de distribución, lo que dependiendo del sector, puede estar oscilando entre el 45% y el 60%. Si esto lo hubieran hecho, lo más probable es que hoy la intensidad de la crisis no tendría esta magnitud.

Como le explican también a los samarios, que luego de traer de la mano a la empresa Veolia, que en su momento fue presentada como idónea para la operación del servicio, dada su experiencia y capacidad técnica, ésta fue sacada por ellos mismos casi a los sombrerazos, para entregar dicha operación de manera improvisada y sin el debido proceso de empalme, a una empresa recién creada, sin experiencia y capacidad técnica como así lo certificó la Súper Intendencia de Servicios Públicos al Alcalde (E), entes de control y a la ciudad en general.

Como explican igualmente, que la decisión de sacar a Veolia coincidió precisamente con la proximidad del debate electoral y con la posibilidad de disponer de 800 mil millones de pesos para “inversión” en infraestructura?

Será que ante estas coincidencias y la incapacidad técnica certificada por la Súper Servicios de la Essmar, los samarios debemos prepararnos con respecto a la ejecución de las obras proyectadas en el tema del agua, a los mismos resultados de sobrecostos y retrasos que se dieron en la mega biblioteca, los puestos de salud, la rehabilitación de la calle 22, el Parque del Agua, el nuevo estadio y otras más?

El investigado ex alcalde Caicedo y el detenido alcalde Martínez, están acostumbrados a manipular el discurso y podrán envolver a más de un incauto ciudadano con sus repetitivos dramas de victimización, pero no pueden hacer lo mismo con los que vemos con claridad sus acciones y los intereses que hay detrás de la forma del negocio del agua que diseñaron para la ciudad.

En este orden, la Gerente de Essmar en lugar de estar perdiendo el tiempo en liderar ridículas huelgas, gran favor haría a la ciudad aclarándole, cual es la estrategia de inversión y sostenibilidad que tiene la empresa frente a las intervenciones que en el corto, mediano y largo plazo requiere el sistema, pues la crisis que atraviesa la ciudad no da espera y lo último que se necesita son medidas improvisadas que a la larga terminan lesionando el bienestar colectivo, o peor aún, medidas diseñadas para favorecer la sed pero del poder y el dinero de algunos.