La piedra en el zapato

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Tulio Ramos Mancilla

Tulio Ramos Mancilla

Columna: Toma de Posiciones

e-mail: tramosmancilla@hotmail.com

Twitter: @TulioRamosM



Las decisiones judiciales en contra de la permanencia en el Congreso de la República de Antanas Mockus (en el Senado) y de Ángela Robledo (en la Cámara de Representantes), ambos miembros del Partido Alianza Verde (bueno, Robledo, desde 2018, del movimiento Colombia Humana: he ahí el origen de la tesis de su doble militancia), más allá de sus fundamentos jurídicos, representan, al menos por ahora, un quiebre respecto del postulado general de la ideología –si se me permite esta expresión- representada en las personas de tales políticos.
Esto lo digo, por supuesto, teniendo en mente la presunción de legalidad de que gozan las actuaciones del aparato jurisdiccional, y desde el ceñimiento que los ciudadanos le debemos a tal condición vinculante, sin la cual la seguridad jurídica sería una mera entelequia.

Ahora bien, el hecho de que los pronunciamientos de los jueces se presuman basados en derecho, y nada más que en derecho, no impide que, en un Estado –también de derecho-, dichas manifestaciones de la administración de justicia puedan ser apropiadamente controvertidas, a través de los cauces previamente dispuestos al efecto.

Así, una vez demandados estos fallos, por ejemplo mediante sendas acciones de tutela, podría demostrarse la existencia en ellos de vías de hecho violatorias de los derechos fundamentales, tanto de Mockus como de Robledo; y, en consecuencia, cabría pensar en el bloqueo de las providencias judiciales que los están sacando del Congreso. Entonces estaríamos en presencia de la materialización de una justicia fundada en el debido proceso y en la garantía que de tal derecho humano se deriva: la presunción de inocencia. Que tan fácilmente se violan en Colombia a través del infame “Estado de opinión”.

Claro, también debe considerarse el caso contrario. Es posible que, a pesar de la oportuna interposición de los amparos constitucionales, de su correspondiente admisión, de la presentación de pruebas y argumentos válidos, no se pueda destruir la presunción de legalidad de las sentencias judiciales respectivas.

En esa lógica, se tendría que aceptar, como verdad procesal, tanto que Mockus podía beneficiarse de los contratos públicos de Corpovisionarios –suscritos por interpuesta persona-, como que Robledo sacó ventaja electoral de no haber renunciado a Alianza Verde –con los doce meses de anticipación que ordena la ley- antes de ser candidata vicepresidencial por Colombia Humana.

Si esto pasa, esos dos importantes actores de la vida nacional perderían el derecho a representar a sus electores en el Congreso. Con todo, lo peor sería el deterioro de la credibilidad de los verdes, líderes del ideal centrista de probidad.

Para qué ocuparse aquí de lo que otros ya han señalado aprovechando la oportunidad, o sea, que el centro incorruptible finalmente se hace elegir sin observar la ley. Los que dicen esto se olvidan de que al espectro contrario solo falta escriturarle patios enteros de la cárcel La Picota, en Bogotá...

Por lo demás, a mí me sigue molestando, como lo haría “una piedrecita en el zapato”, la inmensa papaya que cultivaron Antanas Mockus y Ángela Robledo. No he votado por ellos nunca, creo, pero eso no ha impedido que los respete y que reconozca que algunas de las esperanzas de que este país no se hunda del todo muchos las ven en el contrapeso que hacen.