¿Quién salvó la Unimagdalena?

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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



Investigué cómo fue que se salvó la Universidad del Magdalena a raíz de un intercambio vía Twitter con alguien aparentemente cercano a Caicedo, quien me hizo la aseveración insólita de que Caicedo había salvado a la UniMagdalena en contra de la orden del ex-gobernador y ex-viceministro Juan Carlos Vives Menotti, quien había ordenado liquidarla.

Pensé llegado el momento de encontrar la verdad, ya que yo, como muchos otros, apoyamos en su momento la candidatura de Caicedo a la alcaldía por el renacer de la universidad, el cual él ha sostenido es obra suya.

Me comuniqué con Juan Carlos Vives Menotti , quien me dijo que NUNCA había ordenado la liquidación de la universidad, y que todo lo hecho en la misma fue parte del paquete de reingeniería o reinvención del departamento del Magdalena, que obviamente incluyó a la universidad. Todo fue aprobado por el Consejo Superior de la época, cuyos miembros, según Juan Carlos, son sus testigos de que no solo no ordenó la liquidación sino que además a Caicedo se le dio todo el apoyo requerido para implementar las medidas acordadas.

Juan Carlos Vives logró sacar al departamento de la ley 550. Labor reconocida nacional e internacionalmente. Luego entonces, ¿quién salvó la universidad? Sin demeritar que como rector Caicedo jugó un papel importante en cambiarle la cara a la universidad, quien la hizo viable nuevamente fue Juan Carlos Vives Menotti y no Caicedo. Esta es la verdad.

Con esta aclaración, entendí por qué a Caicedo le había quedado grande Santa Marta. El distrito es una animal muy diferente a la universidad. Una vez lograda la viabilidad y con recursos, lo que restaba por hacer en la universidad era soplar y hacer botella, ya que podía copiarse de otras universidades. Como dicen muchas personas, era un simple ejercicio de copy and paste.
En contraposición, cada ciudad es única y es difícil copiarse. Por esto no fue capaz de enfocarse en lo verdaderamente importante y estratégico sino en lo fácil, rápido y cosmético.

No hay proyecto más importante ni más estratégico para Santa Marta que la solución definitiva y a largo plazo del problema del agua. Todo lo otro, como lo hecho por las dos administraciones de Fuerza de Ciudadana, son mejoras cosméticas de bajo impacto que no contribuyen en nada al desarrollo de la ciudad. No había que pedir ni decir lo del agua. Perdimos siete años de desarrollo que no recuperaremos.

Lo que hay que agradecerle a Caicedo es haber sacado al distrito de la ley 550 -aprendió del maestro - y haber terminado unas concesiones leoninas y lesivas para el distrito. ¿Qué hicieron después con las concesiones? Averígüelo Vargas. Se presume que lo hecho después benefició a la ciudad, pero no conozco las cifras para sustentar esta presunción de buena fe.

Ahora bien, en todo el embrollo que se ha armado porque algunas investigaciones han comenzado a caminar y han tenido consecuencias rechazadas por Fuerza Ciudadana, pareciera que el Callejón de la Infamia se hubiera extendido a toda la ciudad. La desconfianza y la animadversión entre las partes es tal, que todo se sospecha, todo se tuerce, y todo se politiza.

La paranoia ha alcanzado niveles irracionales a punto tal que se ven conspiraciones por todos lados, y el intercambio de oprobios es francamente decepcionante. Como sociedad esperamos más de nuestros líderes. Incluso en las circunstancias personales más adversas, se debe anteponer el bien común al propio. No le hace bien a la sociedad el permanente ataque a la institucionalidad. Se perdió el norte de actuar en pro del bien de la ciudad.

De parte mía, crítico y denuncio cuando lo considero necesario, pero no estoy en el plan de meter inocentes a la cárcel solo porque tengo diferencias con ellos; asimismo, tampoco quiero que los delitos queden impunes. Busco la verdad y la justicia. Es del interés de toda la comunidad que se respeten y garanticen los derechos, especialmente de los imputados, pero también que no haya impunidad. Y este es el rasero para todos sin distingo de abolengos. Ojalá se recobre el cauce de la racionalidad y el respeto.
¡Legalidad y justicia!


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