Santa Marta, ciudad en llamas

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Veruzka Aarón Torregrosa

Veruzka Aarón Torregrosa

Columna: Opinión

e-mail: veruzkaaaron.t@gmail.com

Twitter: @veruzkaaaron


Lo que muchos venían advirtiendo desde hace un tiempo se está materializando, el incesante discurso polarizador de algunos militantes de movimientos políticos de la ciudad ha conseguido exacerbar los límites de la tolerancia de un sector de la ciudadanía y por cuenta de esto ya se están cruzando las líneas que una sociedad civilizada debería temer para no llegar a la violencia generada a través del fanatismo.

En días pasados, los samarios pudimos tristemente observar como la Alcaldía Distrital fue degradada institucionalmente para ser puesta al servicio de los intereses de un movimiento político que lideran un ex alcalde sobradamente investigado y un alcalde en prisión domiciliaria. Resultó indignante para la ciudadanía, observar como campantemente se pavoneaban en las instalaciones de los juzgados ubicadas en el edifico Galaxia, los secretarios de despacho, jefes de oficina, entre otros servidores públicos de la Alcaldía, sin importar sus responsabilidades como funcionarios y abandonando sus puestos de trabajo para ir a ejercer con su sola presencia una presión inaceptable sobre el Poder Judicial.

No contentos con esto, se promovieron marchas en otros puntos de la ciudad que quizás por lo disminuidas de éstas, se pudo observar que nada de espontaneas tenían y más bien evidenciaban la organización y predeterminación de sabotear a toda costa la diligencia judicial que se realizaba con el fin de definir la situación del Alcalde y ex Alcalde de la ciudad. La ciudadanía estaba en vilo porque además de las molestias en la movilidad y el daño sobre espacios públicos que algunos causaron, el ambiente se tornó inquietante ante la posibilidad de que las manifestaciones se salieran de control y se diera allí un linchamiento contra funcionarios del Juzgado o la Fiscalía. Como si esto fuera poco, la cereza del pastel fue la temeraria reclamación que le hizo a un indefenso observador el ex alcalde Caicedo al sentirse ofendido por que este “sonrió” mientras grababa sus declaraciones después de la agitada audiencia. Esto vergonzoso hecho quedó registrado en un video que se hizo viral en la ciudad.

Afortunadamente los acontecimientos no pasaron a mayores, sin embargo es evidente que la institucionalización del discurso del odio ha servido de combustible para que la intolerancia galope en la ciudad, haciéndose esto más visible en la redes sociales por cuenta de la guerra entre seguidores y detractores, donde no cesan las afrentas contra las instituciones públicas. Así mismo, se registran ofensas personales y hasta golpes entre algunos miembros de la prensa local, esto sin contar con las preocupantes denuncias de amenazas de muerte que se reportan contra servidores públicos de la ciudad.

Innegablemente, la violencia del fanatismo está escalando de manera peligrosa; Santa Marta hoy es una ciudad en llamas desde el punto de vista político y no podemos seguir ignorando esta situación, ni como ciudadanos, ni como actores políticos y mucho menos como Estado, cuyas instituciones tienen el deber de actuar oportuna y equilibradamente para restablecer el orden y el respeto hacia los ciudadanos y hacia los distintos entes.

La historia mundial y especialmente la más reciente, nos ha enseñado de la manera más cruel lo que puede suceder cuando el poder se concentra en líderes cuyo talante es extremista; estos terminan manipulando la Democracia para convertirla en una forma de democracia autoritaria con la que pretenden distinto a gobernar, dominar.

No es justo que esta ciudad se vea sometida al vandalismo ideológico, no es justo que nos dividan como sociedad, no es justo que nos obliguen a retroceder hacia una “lucha de clases” por el complejo social que unos cuantos no han podido superar.

Lo que esta ciudad necesita es unirse para impulsar transformaciones profundas, que nos ayuden a superar la etapa de cambio superficial a la que hemos estado sometidos desde hace años. Necesitamos propuestas serias y realizables frente a aspectos estructurales de nuestro desarrollo como son el agua potable, mejoramiento de la movilidad, construcción de vías, rescate y operatividad de la infraestructura de salud, empleo digno y educación de calidad.

No sigamos indiferentes ante estos procesos de fanatismo y vandalismo ideológico, rechacemos a quienes buscan incendiar la ciudad para permanecer en el poder y evadir la justicia. Rechacemos a quienes quieren dividirnos para reinar.