Sociedad de los depresivos y fracasados

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Escrito por:

Eimar Pérez Bolaños

Eimar Pérez Bolaños

Columna: Opinión

e-mail: eimar.perez@unad.edu.co


El concepto de sociedad de rendimiento es abordado por el filósofo surcoreano Byung-Chul Han, con el fin de contextualizar el tiempo en que vivimos, es decir, la lectura que realiza frente a las transformaciones humanas en cuanto a racionalidad, organización y prácticas; así mismo, las relaciones con el otro. Sin embargo, vale la pena aclarar que esta interpretación obedece más que todo a la realidad política y económica a nivel global.

Con base lo anterior el pensador surcoreano afirma: Hoy vivimos en una época posmarxista. En el régimen neoliberal, la explotación ya no se produce como alienación y auto-des-realización, sino como libertad y autorrealización. Aquí ya no existe el otro como explotador que me obliga a trabajar y me explota, sino que más bien soy yo mismo quien me exploto voluntariamente, creyendo que me estoy realizando (Chul Han, 2017, p. 109).

Uno de los argumentos que le permiten a Han, construir su tesis, son los antecedentes políticos y económicos de aquel tipo de sociedad disciplinaria presentada por Foucault, en la que existe otro que me controla, me impone su condición y su poder a través de instituciones de diferentes tipos. Por el contrario, “la sociedad de hoy no es primariamente disciplinaria, sino una sociedad del rendimiento que cada vez se desembaraza más de la negatividad de las prohibiciones y los mandatos y se hace pasar por sociedad de la libertad” (Han, 2017, p. 77).

Es importante resaltar que, la sociedad del rendimiento es la construcción política de un nuevo estilo de organización humana ligada en su generalidad al mundo laboral: “incluso la política se positiviza en el trabajo, dejando sin posibilidad a la acción soberana” (Han, 2016, p. 97) que a través de distintos instrumentos como las redes sociales y diferentes medios de comunicación, permean la conciencia del individuo (Marcuse, 1994), construyen una racionalidad inherente a sus intereses, en este caso derivan de la economía en pro de la autoexplotación, que de manera velada promueven escenarios de libertad como hemos mencionado a través de conceptos como “ser productivo, ser tu propio jefe, emprendimiento, disposición, identidad, etc.” Frente a lo anterior Chul Han afirma (2017): “En esta sociedad de obligación, cada cual lleva consigo su campo de trabajos forzados. Y lo particular de este último consiste en que allí se es prisionero y celador, víctima y verdugo, a la vez. Uno se explota a sí mismo, haciendo posible la explotación sin dominio” (Han, p. 45).

Como observamos, la sociedad del rendimiento se caracteriza por el desarrollo productivo constitutivo de la economía neoliberal, donde mediante el engaño y adulación se reemplaza al ser humano, de sujeto a proyecto (Han, 2016) constante en pro de su crecimiento personal e individual, a través de sus iniciativas, rendimientos, metas, que lo “autorealizan”; le generan satisfacción del cumplimiento y eficiencia en su mundo laboral. “El sujeto obligado a rendir compite consigo mismo y cae bajo la destructiva coerción de tener que superarse constantemente a sí mismo. Esta coerción a sí mismo que se hace pasar por libertad termina siendo mortal. El burnout es el resultado de la competencia absoluta” (Han, 2017, p. 95). Este concepto se reduce al trabajador agobiado, “quemado”, extenuado por el exceso de trabajo.

Esta competencia consigo mismo no solo lo lleva al burnout, sino que produce enfermedades neuronales propias de la sociedad del siglo XXI, de la cual Chul Han enfatiza asiduamente “la sociedad del rendimiento produce depresivos y fracasados” (Han, 2017, p. 26). Dichas enfermedades son el resultado del enfrentamiento del hombre consigo mismo, que se exige diariamente hasta el límite de sus posibilidades, se autoexplota a fin de rendir en el mundo laboral, cuando sus metas y logros no son los esperados, se siente fracasado cayendo en la depresión.