POT para ya

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Carlos Escobar de Andreis

Carlos Escobar de Andreis

Columna: Opinión

e-mail: calli51@hotmail.com


Aún a esta fecha los anunciados ajustes al Plan de Ordenamiento Territorial (POT) del Distrito Turístico, Histórico y Cultural (DTHC) de Santa Marta 2019, no se conocen. Su tránsito por el concejo para discutirlo y darle formal aprobación al parecer les ha tomado algún tiempo extra.
Pero bueno, no hay afán, finalmente el Jate Matuna o POT 2001, resistió por casi 20 años todos los cambios que se dieron en el ordenamiento territorial de la ciudad, sin que se modificara una coma de los textos originalmente propuestos. La pregunta que me hago y se hacen muchos es la siguiente: ¿Con base en qué normas rectoras de planificación se legalizaron las obras de renovación urbana, crecimiento y edificación en importantes sectores comerciales, residenciales y turísticos de la ciudad?

La construcción nunca paró y como consecuencia la ciudad creció y se estranguló, aumentó su densidad física (metros cuadrados construidos por hectárea) y poblacional (habitantes por hectárea), sin tener en cuenta las limitaciones históricas para prestar algunos servicios básicos como los de agua potable y alcantarillado y, la poca capacidad de las vías para soportar las cargas vehiculares generadas por las nuevas edificaciones. Vale destacar que los procesos constructivos empujaron transformaciones no validadas en el uso del suelo y en algunos casos provocaron la invasión de rondas hídricas y marítimas, cerros tutelares y zonas verdes institucionales, como las del Polideportivo. No hubo pues POT que las regulara. .

Se aprecia como si para cada iniciativa de inversión privada u oficial, se improvisó una medida para sustentarla y justificarla, que luego se archivó “bajo llave”, para que nadie se atreviera a cuestionar su legalidad o concordancia con el POT vigente, que nunca fue modificado o complementado, a través de un plan parcial u otra actuación urbanística, que supusiera una gestión y un trámite político- administrativo analizado técnicamente, responsable y serio. De ahí que se incurriera en procedimientos incorrectos, que traicionan el interés colectivo plasmado en el POT y quiebran la confianza de los ciudadanos en sus mandatarios.

La renovación urbana es el resultado de una planificación territorial, que refleja la transformación urbanística de la que fueron objeto las ciudades, pues permite recuperar áreas que cuentan con infraestructura vial y de servicios públicos como ocurrió en Puerto Madero (Buenos Aires) o Puerto Maravilla (Río de Janeiro) o, se encuentran localizadas dentro del perímetro sanitario y hacen parte de la trama vial. Porque para hacer posible la renovación, se requiere la formulación de planes parciales por medio de los cuales se desarrollan y complementan los POT, para áreas determinadas del perímetro urbano o zonas de expansión. La renovación no es el resultado de acciones inconsultas del Estado o los privados, como quien agrega parches de distintos colores a una colcha de retazos.

Santa Marta está en mora de publicar un POT real, que muestre su coherencia entre la visión colectiva de largo plazo y los objetivos de desarrollo, las políticas y estrategias, así como con las normas que le permitan a la ciudad regular, durante el siguiente periodo, su crecimiento y expansión territorial, sin que nadie, a su antojo, pueda “meter mano” para favorecer intereses particulares. Y está en mora también de comenzar a recuperar áreas dentro del perímetro urbano y zonas de expansión que lucen abandonadas y empiezan a deteriorarse, porque no se han producido nuevas reglas en su estructura de usos, como el camellón de Bastidas, la plaza de La Catedral y la de San Francisco, la Avenida Campo Serrano, Rodadero, Playa Lipe y el cerro del Ziruma, para no mencionar sino unas pocas.