En Santa Marta, la política de seguridad no pasó del micrófono

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Escrito por:

Veruzka Aarón Torregrosa

Veruzka Aarón Torregrosa

Columna: Opinión

e-mail: veruzkaaaron.t@gmail.com

Twitter: @veruzkaaaron


La sensación de inseguridad para los samarios va en aumento y no es para menos cuando día tras día se conocen casos de delincuencia contra propios y visitantes. Los atracos son la modalidad delictiva de mayor impacto y esto tiene agobiada a la ciudadanía en general hasta al punto en que muchos samarios están optando por armarse con el fin de defender su integridad y la de sus familias. Esto último ha quedado evidenciado recientemente, cuando en medio de los atracos algunas las víctimas han ultimado a sus victimarios.

Esto si bien es comprensible, en cierta medida resulta también preocupante, ya que lo último que le conviene a la ciudad es convertirse en un “Oeste” donde tenga que imperar la ley del más fuerte, debido a la incapacidad de las autoridades por ejercer el control de la seguridad ciudadana y de la misma justicia, que en algunos casos por la aplicación de la norma o las subjetividades de sus administradores, terminan dando ventajas a la delincuencia.

Sumado a los atracos, han venido en aumento las extorsiones, que básicamente son atracos gota a gota y que tienen contra las cuerdas al sector socioeconómico de la ciudad en todas sus escalas, ya que esta modalidad no tienen distingos y en ese sentido, sus víctimas van desde vendedores ambulantes, tenderos, hasta grandes empresarios, quienes se ven obligados a pagar las llamadas “vacunas” para poder ejercer su actividad económica.

Frente a este desafío, recientemente el Alcalde Rafael Martínez ha emprendido la campaña “Santa Marta libre de extorsión”, la cual invita a los ciudadanos a denunciar las extorsiones, siendo ésta francamente una estrategia elemental, además de facilista para el reto que plantean la proporción y el tipo de crímenes que enfrenta la ciudad, ya que precisamente la autoridad deja la responsabilidad de sus resultados en las víctimas, sin considerar que en gran parte éstas no denuncian debido a la baja credibilidad de las instituciones y sus incipientes resultados.

Son muchos los casos que se conocen de comerciantes que se han visto obligados a cerrar sus negocios legalmente constituidos, debido a la delincuencia, pues ya no es suficiente con denunciar, todo lo contrario; esto se ha vuelto un procedimiento frustrante debido a que en la mayoría de los casos, la victima solo se convierte en una estadística, sin resultados con respecto a la recuperación de sus bienes y peor aún, en algunos casos dañada física y emocionalmente en su integridad.

A estas alturas, el Gobierno de Martínez en lugar de estar lanzando y relanzando las mismas campañas para combatir el crimen, debería estar entregando resultados de su política de seguridad, sin embargo para mal de nuestra ciudad la tal política nunca existió, ya que si en algo se caracterizó este Gobierno fue en su política de improvisación para reaccionar ante los hechos del momento, con el fin de satisfacer sus intereses político-mediáticos.

La política de seguridad en Santa Marta no trascendió del micrófono, por eso hoy tenemos una ciudad que permanentemente es reseñada a nivel nacional por lo insegura que resulta ser para propios y visitantes. Al parecer si no hay denuncias, no hay reacción par parte de las autoridades, pese a que públicamente los distintos sectores han manifestado su preocupación sobre el tema de seguridad y de manera reiterada, aun así esto no es suficiente para que las autoridades hagan mayores esfuerzos con respecto a la prevención de estos delitos, que es donde estructuralmente se debe enfocar una política de seguridad sostenible.

Para prevenir el delito se requiere mayor presencia del Estado a través del Gobierno distrital y otras entidades, de manera articulada y en función de intervenciones para la recuperación integral del territorio local, desde lo político y lo social, de tal forma que se identifiquen y combatan los factores que son la fuente de cultivo para estas estructuras delictivas que para mayor preocupación están contaminando a la población joven.

El Alcalde Martínez debe entender que hay una fuerte complejidad en la criminalidad de la ciudad, por tanto que se requieren más que anuncios y eventos para combatirla, aún es tiempo para enderezar algo del camino y evitar una mayor violencia.