Simbología oculta en el arte - III

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Dicen ciertos estudiosos que Rembrandt, al igual que Leonardo, no pintó nada por azar. Por ejemplo, el claroscuro no sería casual: al ser masón, el simbolismo de la luz representa la verdad que ilumina el camino de la vida: la dualidad.
Sin oscuridad nadie puede ser iluminado. El pintor favorito de Goethe, también masón, era Rembrandt. En1790 el escritor adquirió “El alquimista” del artista holandés para ilustrar “Fausto”. Esta obra muestra una revelación radiante con una inscripción secreta que al leerla en un espejo muestra un anagrama latino en el cual se deletrea el nombre de Dios; también se observa el INRI, que para los masones significa Igne Natura Renovatur Integra, el fuego sagrado capaz de regenerar la humanidad. El propio apellido Rembrandt, al ser descompuesto en dos partes, Rem y Brandt, como firmaba inicialmente el pintor, significan, de acuerdo con un antiguo diccionario flamenco, Luz y Obstrucción, respectivamente; los dos opuestos. Siempre firmaba sus cuadros representaciones de piedras, otro símbolo masón: la piedra angular. Una f en varias pinturas puede significar fraternidad.

La estatua de la Libertad sí que es un cúmulo de códigos masónicos. Tradicionalmente se le ha asociado con la libertad y la democracia; la antorcha y la declaración de independencia en sus brazos las simbolizan. Inicialmente referenciada en una campesina egipcia musulmana para Egipto para ser colocada en el Canal de Suez, estaba inspirada en el paganismo. No tuvo acogida en el país africano por su decadencia económica. El escultor francés Bartholdi, apoyado en Gustave Eiffel –el de la famosa torre– logró el patrocinio del gobierno galo, y la estatua fue donada a Estados Unidos. Pero Bartholdi era masón, y avezado en simbolismos y ciencias ocultas, al igual que Eiffel y el norteamericano Richard Hunt, diseñador del pedestal. El nombre original de la estatua era “La libertad iluminando al mundo”.

Los rayos de la corona son códigos claramente masónicos de la luz. El siete está presente en toda la estatua. Siete son las puntas de la corona; las 25 cavidades de la corona para la numerología es 7: 2+5. La altura es de 151 pies, 1+5+1=7. Alrededor de la antorcha hay 16 estructuras: 1+6=7. Por cierto, la flama de la antorcha está replicada en París en el monumento a Lady Di: ¿curiosidad, coincidencia, revelación? El siete significa para los masones la perfección absoluta y la conexión directa con la iluminación. La Estatua de la Libertad es un monumento al 7. El siete es un número influyente en nuestra sociedad: 7 son los días de la semana, 7 los continentes, 7 los colores del arco iris, 7 las notas musicales, 7 virtudes y pecados, 7 sacramentos, y 7 son los enanitos de Blanca Nieves, como dijo nuestro presidente.

Por otra parte, se afirma que esa estatua es una deidad luciferina. La diosa romana Libertad es pagana y tiene corona y túnica similares a la de Nueva York. Representaría la estatua al mismísimo Lucifer sosteniendo la antorcha del conocimiento; la corona sería la luz del conocimiento. La Dama no es, pues, quien aparenta ser. Los Illuminati se identifican con Lucifer (portador de luz), pero no como conexión con el mal, tampoco con Belcebú.

Por si no bastara, la ciudad de Washington tiene en su estructura urbana diversos símbolos masónicos. Desde su fundación como república, los Estados Unidos están fuertemente influenciados por los Illuminati: casi todos –si no todos– los firmantes del Acta de Independencia de los Estados Unidos eran francmasones. Benjamin Franklin era el mandamás de la Logia de Filadelfia. George Washington, primer presidente, era masón. La simbología masónica alrededor del número 13 también está presente en el dólar, en la primera bandera (13 estados), en sus monumentos, edificios y ciudades. La capital, diseñada por Pierre Charles L´Enfant, masón, muestra el mapa masónico y el compás, que detrás tiene una estrella de David, y que para los iniciados se observan perfectamente en vista aérea, como las líneas de Nazca. La Geometría Sagrada, le dicen ellos. El hall de entrada del Banco Central Americano tiene en su techo un firmamento masónico. El Capitolio es rico en simbología masónica: el arquitecto Benjamín Latrobe era masón y lo llenó de simbología. El obelisco, obsequiado por William Vanderbilt, es claramente Illuminati.