La política no debe ser politiquería

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Alfonso Lopez Carrascal

Alfonso Lopez Carrascal

Columna: Pedagogía Constitucional

e-mail: lopezcarrascal@yahoo.com



No podemos confundir la politiquería con la política y algunos dirigentes políticos consideran que actuar en política es prestarse a los negocios que dejen fortuna y por eso hace falta que volvamos al político de servicio sin olvidar los compromisos políticos que pacte dentro del sentido del bien común. La era de los politiqueros es una etapa que debe quedar superada en lo posible o arrinconarla a su mínima expresión. Tampoco el servicio de la política no debe ser el afán de enriquecimiento personal o de familia.

En buena hora un editorialista de un medio local llamaba la atención de la responsabilidad ciudadana frente al debate electoral de octubre, y su diagnóstico ha sido frustrante, desalentador, y como lo dice el distinguido editorialista la responsabilidad es del ciudadano.

El politólogo Enrique Neira, se preocupa en definir dentro del campo de la dimensión política, lo que implica ser político. Y recordemos que político debe ser aquel que se preocupe por resolver los problemas de la ciudad, de la polis sin mesianismo, sin populismo. El problema de la política de hoy no es subirse sobre el cadáver de otros, sino mostrar planes y soluciones, como tampoco está dentro de la órbita funcional investigar antecesores ya que en ese caso la competencia es de la (Fiscalía, Procuraduría y Contraloría), sea por acción o por omisión.

Ser político es algo inherente al hombre. Por algo decía Aristóteles que el hombre era un animal político. El animal es también social, pero sólo el hombre es político por naturaleza. De allí, que se diga que los hombres no podemos convivir si la convivencia no se organiza y eso explica que el hombre no pueda vivir en manadas o en rebaños. Su carácter es estar ligado a la polis, a la ciudad y la comunidad política.

Hoy la actividad política, y se debe reconocer, es una actividad protagonista y racional de los ciudadanos en la vida pública. Nuestra Carta Política habla hoy de la moral social como rasero de nuestra actividad y la actividad política debe ajustarse a esa moral pública y de allí la importancia del editorial que reseñamos, que llama la atención de la responsabilidad social de los ciudadanos. Si el ciudadano quiere que siga mandando el politiquero lo tendrá pero espere las consecuencias y más hoy cuando estamos frente a una sociedad vigilada por el Gran Hermano. Hay que entender que todas las doctrinas que orientan el mundo en todos los campos tienen una incidencia política.

No debe ser promesero, ni populista ni mesiánico el que venga a resolver los problemas de la polis. La ciudad necesita de políticos sanos que muestren una hoja de vida impoluta y hayan demostrado su seriedad y confianza de la ciudadanía. La edad no puede ser óbice, porque ella debe encarnar la sabiduría y mayores conocimientos prácticos. Mientras el hombre piense existe como lo anotaba Descartes y estamos de acuerdo con el referido editorial de que el ciudadano pensante asuma su responsabilidad social, especialmente en nuestro departamento y ciudad que ha sido estigmatizada en los últimos tiempos. Cambiemos la historia de la ciudad para bien de ella y de la comunidad.