Diciembre, bendito diciembre

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Luis Tabares Agudelo

Luis Tabares Agudelo

Columna: Opinión

e-mail: tabaresluis@coruniamericana.edu.co


Ahora que se acercan las festividades que van dando forma a la celebración del fin de año, no quiero perder la oportunidad de dirigirme a mis queridos lectores indicándoles que soy uno de los seres humanos que más disfruta esta época. 

Me gustan los niños y niñas en vacaciones inundando los parques, las emisoras que desde ya empiezan a colocar música de diciembre, los almacenes que sacan a la venta las luces y árboles de navidad y como se empieza a ver la alegría desbordante en mi ciudad y mi barrio.

Todo comienza prácticamente el 31 de octubre, este día me parece fabuloso. Les confieso que hasta me disfracé y salí por los parques a regalar dulces. ¡¡ Vaya si me gusta este día!! Pues marca el comienzo de la francachela y comilona de remate del fin de año. Además, los súper héroes, piratas, mujercitas maravilla, hombres araña como hormigas brotaron desde el lugar menos esperado. Verlos tan alegres me hace feliz.

Durante el año hago ejercicio y me mantengo en forma: me gusta trotar y jugar baloncesto con mis entrañables amigos. Pero cuando llega el mes de diciembre, me transformo; el ejercicio debe esperar otra vez hasta enero y como es lógico subo unos cuantos kilos; pero que importa si estoy feliz y disfruto de mis seres queridos, mis vecinos, mis amigos y mi gente querida.

El día de las velitas, otro de los que más disfruté y celebré, tiene tres connotaciones muy especiales: la primera, mi querida y hermosa madre cumple años. La segunda, me ha gustado siempre colocar las velitas con mis hijos y amigos, así mismo elevar una oración de gracias y, por último, es el día que encendemos las luces del arbolito que marcan el inicio del mes más alegre del año. Empiezan a llegar aguinaldos y la visita de familiares y amigos que vienen desde otros lugares del país y algunos desde el exterior.

Del mismo modo se va acercando el más especial para los niños y niñas: el 24 de diciembre.  Los regalos para los que se portaron bien y ganaron el año. Y para los que no, también, porque este mes da para perdonar todo, absolutamente todo.

Debo confesarles algo: tengo un entrañable amigo que vive en Europa, exactamente en Holanda, es colombiano, pero está allá por cuestiones de trabajo. Me exige desde hace varios años que a primera hora le envíe vía whatsapp las principales noticias del país. Todos los días sagradamente debo hacer el resumen y enviarlo. Varios años atrás le enviaba hasta tres páginas de desastrosas noticias: secuestros, bombas explotando, masacres, pescas milagrosas. Hoy tengo días que no encuentro que enviarle, pues acá solo se habla de corrupción y más corrupción de los políticos de turno. De la polarización del país en relación con el tema de las Farc y de lo divididos que estamos. Pero quiero invitarlos a reflexionar sobre este asunto de la guerra y además les manifiesto que me consta que es mejor vivir en paz. Disfruto estos momentos de tranquilidad y que deben servir para trabajar mejor por los niños y niñas de la Guajira y del Chocó porque la plata que nos íbamos a gastar en esta guerra absurda sirva para invertir en ellos.

Y, por último, cuando llega el 27 de diciembre, día que debo hacer un balance de lo que fue el año que termina: como me fue, cuantas veces perdoné, cuantas veces abracé, cuantas veces dije personalmente “te quiero”, cuántos libros leí y emocionalmente como está mi corazón. Es una obligada y exigente conversación conmigo mismo antes que pasemos al nuevo año. Este balance me dice si gané o perdí el año.

Para concluir, cuando llegue el último día del año, cuando pase la parranda más alegre y sabrosa de todo el año, ya estoy listo para empezar de nuevo.

A mis amigos lectores, un abrazo. Y disfruten desde ya, no lo dejen para después.  Aprovechemos esta oportunidad de paz, no la dejemos escapar. Si disfrutaba yo de esta época estando en guerra, que será de mí ahora que estamos en paz.

Y mi amigo, el colombo-holandés, le va tocar venir a visitarme pues no me cree que estemos viviendo tan tranquilos.