Revoluciones

Columnas de Opinión
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Escrito por:

María del Rosario Guerra

María del Rosario Guerra

Columna: Opinión

e-mail: comunicacionesmrg@gmail.com

Twitter: @CharoGuerra



Hace 20 años Venezuela cayó en la trampa y eligió presidente a Hugo Chávez, un “rebelde” con causa, con causas muy claras:

monopolizar el poder político y económico, eliminar la Democracia, restringir las libertades, promover el terrorismo, enriquecerse sin límites y pasar por encima del pueblo mientras repetía un discurso populista, expropiador y mentiroso. Así lo demostró la historia.

Gobernó durante 14 años por encima de todo y de todos. Fue un éxito su “revolución”. Mientras el pueblo venezolano se hundía en la miseria, el atraso y la violencia, Chávez, junto a su sucesor Nicolás Maduro y un pequeño grupo de cómplices, desplegó un eficiente sistema de corrupción, crimen y tiranía. Todos conocemos los dramáticos resultados.

El modelo Chávez, el Socialismo del Siglo XXI, se entendió como una plaga por el continente y tocó las puertas de Colombia. Hoy lo niegan sin ápice de vergüenza, pero el expresidente Juan Manuel Santos fue muchísimo más que el “nuevo mejor amigo” de Chávez (tal vez fue uno de sus mejores cómplices); y el excandidato presidencial Gustavo Petro, además de aportar en la arquitectura de la Venezuela de la miseria, fue promotor de las políticas que llevaron a casi 4 millones de venezolanos a abandonar su país en el mayor éxodo en la historia de la región.

Ellos, al igual que otros “revolucionarios” de la izquierda en Colombia, guardaron silencio frente a la represión, el narcotráfico, la corrupción y el descarado patrocinio a organizaciones terroristas como las Farc y el ELN. Hoy dicen que jamás fue así, que Chávez no fue su inspiración, que Maduro está equivocado… ya no les conviene política ni económicamente confesar su admiración por los tiranos.

Pero siguen intentando quedarse con todo el poder y aplicar el modelo en nuestra Patria. Lo hacen como lo hizo Chávez en 1998, disfrazados de defensores de las causas sociales, movilizando e instrumentalizando a sus seguidores contra el orden y la autoridad. Fingiendo que su “revolución” responde al beneficio colectivo y no a sus oscuras aspiraciones personales.

Advertidos estamos de las consecuencias del totalitarismo y por ello creemos más que nunca en la Democracia. La verdadera revolución es construir una mejor sociedad sin atacar a quienes generan progreso y desarrollo. Lo que hay que impedir es que sigan haciendo tanto daño a las naciones los alumnos del “comandante” Chávez.

Revolución es hacer realidad un mejor futuro para todos desde la institucionalidad y el respeto a la ley. Es evitar que perdure la abyecta herencia de Chávez, Santos, Maduro y compañía.

Es lo que hacemos hoy de la mano del presidente Iván Duque y con el respaldo de los colombianos que decidieron en las urnas. Si quieren, llámennos revolucionarios.