La morada del genio

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Tulio Ramos Mancilla

Tulio Ramos Mancilla

Columna: Toma de Posiciones

e-mail: tramosmancilla@hotmail.com

Twitter: @TulioRamosM



Los recovecos de la mente esconden misterios que siempre cuesta develar, incluso a los expertos.

Por mi parte, debo decir que es este un tema, el de la psique, que encuentro fascinante, tanto, que he destacado de las escasas horas de asueto un par para concentrarme en la observación desapasionada (y, por lo demás, distante) de la enfermedad mental en general. Lo he hecho a través de la expectación espaciada, silenciosa, de dos muy serios documentales, ambos de 2017, exhibidos actualmente en Colombia. El primero que vi fue El demonio y el padre Amorth, del estadounidense William Friedkin (sí, el mismo director de la película El exorcista, de 1973); y, después, pensando en las anti-conclusiones con que me quedé, acudí al llamado de 12 días, filme argumentativo francés dirigido por un veterano del género, Raymond Depardon. 

El demonio y el padre Amorth es la muestra cercana del exorcismo –en su novena sesión- que el cura italiano Gabriele Amorth ejecutó en 2016, unos meses antes de morir a los noventa y un años, sobre la persona y el alma de Cristina, una mujer atormentada. Como en El exorcista, Friedkin relata las condiciones de una situación de posesión demoníaca, fenómeno del que  perviven dudas, aunque menores que las de hace tiempo, lo que no deja de ser curioso. Pues, a pesar de la mengua de los fundamentalismos religiosos en las sociedades occidentales –o de inspiración occidental, como la nuestra-, hay indicios de que hoy se ha dado en considerar a la materia diabólica desde su existencia: quizás se acepta ahora más al diablo en tanto que entidad. 

William Friedkin hace lo que corresponde en estos asuntos. Además de retratar al padre Amorth como viejo y conocido enemigo de las fuerzas de la oscuridad, se emplea en contrastar el reconocimiento vaticano de las posesiones con la visión científica más avanzada. Para esto, entrevista a varios de los mejores médicos del cerebro, y vaya sorpresa: si bien no pocos se limitan a describir el fenómeno en cuestión como está en los libros de neurología, otros, también brillantes y experimentados, parecen rendirse a la evidencia de que no hay explicaciones para lo que le ocurre a Cristina en la filmación que les es presentada. Así que la ciencia no se pone de acuerdo aquí… Friedkin lo hizo de nuevo, pero esta vez le otorga la última palabra al espectador.

12 días, de otro lado, se ocupa de dar hilo narrativo a las audiencias sustanciadoras del procedimiento judicial que, desde 2013, es requisito en Francia para validar el encierro clínico de ciudadanos a partir de dudas razonables sobre su salud psiquiátrica. Los jueces estudian las historias médicas y, ante pacientes que poco o nada comprenden de lo que les pasa, determinan si tales se convertirán formalmente en interdictos recluidos, o si podrán irse a casa. Es decir, la libertad de locomoción de un posible trastornado está supeditada allí al examen que, sin ser médico, realiza un funcionario público en una vista más bien corta en la que debe legitimarse jurídicamente lo que ha señalado un psiquiatra con antelación. Cosa que suena más a control social que a justicia.

No se dice en esta última cinta lo que ya han visto otros: los manicomios están repletos de casos de usufructo mefistofélico no identificado. Lo que nadie sabe es si tal asalto satánico a los magines es uno de verdad, o si la sola entendedera humana ha sido capaz de crearse el mal.