La pobre riqueza de Venezuela

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Escrito por:

Jesús Iguarán Iguarán

Jesús Iguarán Iguarán

Columna: Opinión

e-mail: jaiisijuana@hotmail.com


No habían corrido aún los tres primeros lustros del siglo XX, cuando ya se había descubierto que Venezuela navegaba en un océano de petróleo. El dictador Juan Vicente Gómez, tuvo la gran fortuna de toparse con los yacimientos del petróleo más colosal de la América latina. A partir de entonces la vida venezolana cambió radicalmente por la evidencia de su riqueza producto del oro carburante.

   Su economía dependía en un alto porcentaje de estas zonas petrolíferas. Cualquier desajuste en la producción o comercialización de este mineral colapsaría totalmente su economía. Los estados venezolanos lo vomitaban a chorro negro y viscoso, esa región se convirtió en un hormiguero de gente de todo el mundo, muchos matrimonios  italianos, ingleses y alemanes  que habían venido tras la deuda de su país  para radicarse en esta zona de la vecindad.

Por un capricho de la naturaleza toda la región del lago y sus alrededores tenía bajo su suelo ricas ventas del negro mineral, que las hacía estériles pese a su escondida riqueza. Sus infecundas sabanas se ennegrecieron de pequeñas figuras que cavaban día y noche. Los polvorientos caminos quedaron obstruidos por toda suerte de vehículos. Una vez más, germinaron durante la noche poblados de tiendas y barrancas donde el día antes solo estaban las peludas tierras desiertas cegadas por aquel cielo deslumbrante. Los coterráneos se peleaban a morir por un pedazo de tierra bajo cuya árida superficie yacía quién sabe qué caudal de fluida riqueza. Cada hacienda mísera y abrasada por el sol, era una fortuna en potencia; cada grieta, cada pozo, cada torrente seco podía ocultar un tesoro líquido. Millonarios barriles de petróleo frotaban en la arena, la pizarra y la arcilla, para empapar la tierra requemada. Perforadoras, bombas de succión, explosiones. Nitroglicerina. “Ahí viene”. Un rugido. La zona del lago se hallaba en pleno delirio de locura.

A la llegada de la democracia, sus gobernantes llegaban con la consigna de administrar su riqueza con criterio de escasez, pero como todos los actos políticos, nunca se puso en práctica tal criterio.

En el 1973 a causa de la crisis del medio oriente, Venezuela vio multiplicado sus ingresos en este producto. Carlos Andrés Pérez presidente de la época realizó en su administración enormes crecimientos de los gastos, incluso muy superior a lo que la economía podía asimilar, hasta el punto de tan lesivo que Luis Herrera Campins, su inmediato sucesor anunció en su discurso de  posesión se expresó: “he recibido una Venezuela embargada”. Justo en su gobierno el 18 de febrero de 1983 (lo que en Venezuela llaman viernes negro) el bolívar se desplomó, sin que hasta hoy, después de haber superado tres décadas y medio, ni siquiera ha logrado superar su inflación, aun navegando en un mar de oro negro, presenta al mundo una economía paupérrima.

Cada litro de gasolina que produce Pdvsa (Petróleo de Venezuela S.A) le cuesta 2.7Bs según cifra de propia petrolera y debe venderla a razón de 0.07Bs, lo que según Rafael Ramírez, Venezuela pierde al año 12.500 millones de dólares al año por este subsidio. De hecho el ministro de Economía dice: que el “Estado les paga a los venezolanos para que consuman  gasolina”. En ocasiones Venezuela ha tenido que importar gasolina para poder abastecer su mercado interno.

Los precios tan barotos que muestra Venezuela en cuanto el petróleo y su infrenada inflación, no parece sino que el país se encontrara en liquidación y por esta razón sus ciudadanos emigran como cimarrones a otros países, acosados por el régimen de Maduro.



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