Una carta a la carta

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Amilkar Acosta Medina

Amilkar Acosta Medina

Columna: Opinión

e-mail: amylkaracostamedina@gmail.com



De las 8 constituciones anteriores a la expedida por la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, sólo 2 de ellas perduraron más de 4 años, las demás fueron muy efímeras; esta última tiene la particularidad de haber sido producto del consenso entre fuerzas políticas tan disímiles como antagónicas y no de mayorías hegemónicas cuando no impuesta por la facción triunfante en guerras intestinas.

Ello es algo que habla bien de la Constitución vigente, la cual significó una gran apertura democrática; pero, tal circunstancia determinó también el carácter ecléctico de la misma.

En ella cohabitan en medio de una gran tensión la concepción socialdemócrata del Estado Social de Derecho inspirada en el Estado del Bienestar que hunde sus raíces en Bentham y el modelo económico Neoliberal de origen anglosajón. Muchos de los desencuentros entre las tres ramas del poder público, más conocidos como los choques de trenes, se derivan de la disfuncionalidad propia de la Constitución, de su ambivalencia, por no decir esquizofrenia.

En 105 años la Constitución de 1886 tuvo 70 reformas, 1.5 reformas en promedio por año; en sólo 20 años de la Constitución de 1991, ya van 29 reformas, muchas de ellas anodinas y otras dañinas, para 1.45 cambios en promedio anual, acercándose peligrosamente al ritmo vertiginoso de los cambios de la centenaria Constitución de Núñez y Caro. De hecho, en este momento cursan 4 proyectos de actos legislativos tendientes a reformarla.

El contraste no puede ser mayor con la Constitución de los EEUU, la cual fue expedida en 1787 y hasta la fecha se le han introducido 27 enmiendas, para un promedio de 0.01. Al paso que vamos, como lo predica el inmolado magistrado de la Corte Suprema de Justicia, Manuel Gaona Cruz, la Constitución va a terminar convertida en una carta a la carta. Ello es tanto más cierto cuando constatamos que como si se tratara de un menú se toma de ella lo que se apetece, dejando de lado aquello que no es del gusto; ello explica que muchas disposiciones de la Constitución, por ejemplo lo relativo a la Loot, 20 años después sigue sin desarrollarse.

En Colombia ha hecho carrera el fetichismo normativo, el cual se traduce en la creencia generalizada de que basta con cambiar las normas para cambiar la realidad.