Alegrías en el fútbol

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Hernando Pacific Gnecco

Hernando Pacific Gnecco

Columna: Coloquios y Apostillas

e-mail: hernando_pacific@hotmail.com



Quiso la diosa Fortuna concedernos, con los mejores momentos que ha tenido el balompié orbital, un bálsamo refrescante en las adversidades que nos depara el diario vivir en este bello mundo terreno, tan castigado por sus malos habitantes.

Así, hemos tenido la ocasión de ver al mejor club de la historia, el Barcelona del generalisimo Pep Guardiola y su banda blaugrana derribando abolengos a su imponente paso. Messi, con escasos 23 años, ya está sedimentado como uno de los mejores de todos los tiempos; rodeado de enormes figuras como Iniesta, Xavi, Dani Alves, Puyol y demás intérpretes de la sinfonía, dirige con maestría el colectivo catalán que se apodera de cuanto trofeo se vislumbra en su camino, recordándonos de paso leyendas como los magiares del 54, el Brasil del 70 o el Real Madrid de Diestéfano y Puskas, que tanto han dado de que hablar.

Del terruño, las dos últimas décadas nos han deparado tantas tristezas como regocijos. La gloriosa época de la banda de Maturana, con el «Pibe» a la cabeza, nos trajo el 5-0 en el Monumental de River frente a los albicelestes en 1993; un año más tarde, salíamos cabizbajos del Mundial de USA, rematando la congoja con el vil asesinato de Andrés Escobar. Brotes esporádicos de buen futbol iluminaban el oscurantismo futbolístico colombiano; aisladas actuaciones de algunos compatriotas deleitando a otros públicos nos recordaban que la cantera seguía feraz, exuberante. Por dentro del país, poco a destacar: nos conformábamos con la travesura del Once Caldas en la Copa Libertadores y su destacada final en la última Copa Intercontinental de Clubes.

Dicen que cuando está más oscuro más cerca está el amanecer. Aún a pesar de las opacas organizaciones y sus aún más sombríos directivos, aparece el profesor Lara impulsando y orientando a los carasucias que emergían imparables desde todos los rincones de nuestra geografía. Casi todos los astros de esta nueva era han pasado por sus selecciones, habiendo ganado varios títulos continentales en las categorías menores, donde su trabajo ha sido destacado y reconocido.

Los designios divinos hicieron que en el FC Porto se reunieran tres de los más admirables futbolistas nacionales que hemos visto: Radamel Falcao García, el samario que rompió tantas redes y récords en Europa; el gladiador Freddy Guarín, potente motor del colectivo; y el más reciente portento colombiano, James Rodríguez, un talentoso jovenzuelo coleccionista de títulos.

Falcao, goleador absoluto de la Eurocopa y determinante para el campeonato continental europeo, rompió el viejo registro del alemán Jurgen Klinsmann, campeón mundial de la Copa Fifa en 1990: de contera, fue el máximo goleador en torneos internacionales en esta temporada, por encima de Messi: ¡casi nada! James, el prodigioso zurdo, a sus 19 años ha levantado varios trofeos: a los 16, con Envigado, gana el título de la División B; a los 17 triunfa en Argentina como protagonista del primer campeonato el Banfield; en Portugal, ha ganado la Liga, la Copa y la Supercopa; a nivel continental, la Eurocopa; su última conquista es el recién ganado Torneo Esperanzas de Toulón frente a Francia, campeón europeo de la categoría, aprestándose a comandar al combinado Sub 20 en el próximo Mundial Juvenil. Freddy Guarín, el titán del mediocampo, la fuerza espiritual del equipo, comparte con Falcao y James el palmarés porteño. Recibió el reconocimiento al mejor gol de la temporada europea frente al Marítimo, al mejor estilo de los grandes especialistas brasileños.

La heroica gesta de la Selección Sub 20 en Toulón nos recuerda que, a pesar de los dirigentes, en Colombia mana espontáneo el talento deportivo; que con buen trabajo, estamos para grandes cosas, aún con dirigentes controvertidos. El Mundial Juvenil es la mejor ocasión para mostrar la idoneidad de los muchachos y refrendar los recientes logros.

Queda la duda del seleccionado absoluto, cuya convocatoria para la Copa América ya generó discusiones entre conocedores y especialistas. No obstante, guardamos la esperanza de un final feliz, aún ante la tozudez del seleccionador y sus caducos sistemas ultradefensivos en una época en la cual las habilidades y el ataque demuestran eficacia contundente a la hora de ganar. Dicen que quien sale a defenderse termina perdiendo.

Cuanta nostalgia sentimos al saber que la legendaria cantera samaria sigue productiva: nuestros jugadores conforman nómina y triunfan en muchos equipos nacionales y extranjeros mientras el otrora glorioso Unión Magdalena se debate entre la vida y la muerte ante la indiferencia de todos. Definitivamente, pudo más la pedantería de unos pocos que la fe y la esperanza de todos.