Ciénagas y manglares, un futuro que se hunde

Columnas de Opinión
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Escrito por:

María del Rosario Guerra

María del Rosario Guerra

Columna: Opinión

e-mail: comunicacionesmrg@gmail.com

Twitter: @CharoGuerra



El futuro de Colombia depende en buena medida de la sostenibilidad ambiental. Esa teoría es irrefutable, pero la práctica de políticas públicas que prioricen el tema todavía deja mucho, casi todo que desear. 

El área de humedales del país representa apenas el 2% del territorio nacional, pero en Sucre, mi departamento, es superior al 40%. Gran parte de esa extensión de agua dulce padece hoy una grave problemática de contaminación, sedimentación, falta de manejo de aguas servidas, precaria delimitación y poca, muy poca presencia institucional. Sin tecnicismos, eso significa peores condiciones de vida para quienes habitan en la zona: cerca de 170 mil personas.

Las ciénagas y manglares de Sucre están olvidados en un pantano de ineficiencia, corrupción, buenas intenciones y nada de resultados concretos, por ello desarrollé un debate de control político en el Senado de la República para que los ministerios de Ambiente y Agricultura asuman el liderazgo y promuevan medidas inmediatas, efectivas y articuladas.

¡No hay derecho! Han existido y existen recursos públicos para atender los espejos de agua y mitigar las afectaciones sociales y económicas a sus pobladores, pero se desperdician en estudios y consultorías sin ejecución. Las corporaciones autónomas regionales y el Fondo de Adaptación han dado triste ejemplo de ello. Los pobladores, los pescadores artesanales, los agricultores y los comerciantes terminan pagando el precio.

La pobreza no puede ser fuente de deterioro ambiental. Al contrario: recuperar nuestros recursos naturales debe ser fuente de riqueza y mejoramiento de las condiciones de vida de los colombianos.

Son prioridades implementar los esquemas de ordenamiento territorial en 11 municipios de la zona de La Mojana; poner en marcha los planes existentes para recuperar ciénagas y manglares; capacitar en protección y sostenibilidad a quienes habitan las zonas; castigar a quienes contaminen; así como ejercer control y vigilancia reales en la inversión de los recursos del Estado.

Tan claro como el agua: No quedará mucho en el departamento de Sucre sin una conciencia ambiental que se traduzca en acciones.