El nuevo liberalismo frente a la reforma política

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Escrito por:

Juan Galán Pachón

Juan Galán Pachón

Columna: Opinión

e-mail: prensa@juanmanuelgalan.com



En su primer debate, continua en el Senado de la República la reforma política propuesta por el Gobierno Nacional. En la citada discusión se aprobó  la lista cerrada y se establecieron parámetros para el fortalecimiento de la democracia interna de los partidos.

Así mismo se busca la paridad de género de manera gradual para que sea obligatorio que el 50% de la lista esté conformado por mujeres y, además, se reemplaza al Consejo Nacional Electoral por un tribunal electoral autónomo, escogido por el Consejo de Estado. Por último, se permite la financiación estatal de los partidos y la limitación a que una persona puede ser electa como Congresista hasta por tres periodos.

Para el Nuevo Liberalismo, una de las grandes causas de la guerra en Colombia ha sido limitar la participación política de manera sistemática a los sectores más vulnerables de nuestra sociedad. Irónicamente son estos los que mayor apoyo político necesitan, a los que no se les ha garantizado sus derechos durante varios siglos, víctimas del sistema clientelista, de los tradicionales “caciques” y “gamonales”.

Por esos motivos, creemos que esta es una reforma poco profunda que no enfrenta el problema estructural, sino que simplemente es un pequeño retazo o paño de agua tibia que nos quieren hacer ver como la gran solución para el sistema. Realmente lo que necesita el país es una reforma al código electoral, vigente desde hace más de tres décadas y obsoleto. ¿De qué nos sirve eliminar el Consejo Nacional Electoral si continuamos con las mismas reglas?

Además de lo anterior, se requiere una jurisdicción electoral. La propuesta que cursa en el Congreso es lánguida, porque no aborda de fondo el problema del financiamiento de campañas y partidos. Se requiere apropiar recursos para implementar los avances tecnológicos necesarios como la biometría universal, que ayudará a disminuir significativamente el fraude. También debe haber procesos sostenidos de pedagogía política para la ciudadanía, no de tipo doctrinario pero si para la conciencia colectiva e individual de los derechos y deberes; esto no se aprenderá obligando a votar por dos periodos. No estamos de acuerdo con políticas represivas que constriñan a los electores.

De esta manera se limpiará la política, llegarán personas que verdaderamente quieren servirles a los demás, que velarán por los derechos y libertades de todos. Así se acabará con estas mafias políticas que sin duda le han causado muchísimo daño al país, más que cualquier otra organización criminal.