Bobadas importantes para los abogados

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Alonso Amador

Alonso Amador

Columna: Opinión

e-mail: alonsoamador26@gmail.com


En el 2014 un desacuerdo por el no pago de horas extras entre la empresa Oakhurst Dairy y algunos de sus trabajadores, en Maine, Estados Unidos, fue llevado ante la corte. Este año, un juez falló a favor de los empleados, lo que llevó a la empresa a buscar un acuerdo con sus trabajadores a riesgo de iniciar un juicio. El juez dio la razón a los trabajadores porque la interpretación que los empleados hacían de la legislación laboral coincidía con el uso correcto de la ‘coma de Oxford’.

La ‘coma de Oxford’ debe utilizarse antes de la conjunción/disyunción para dar independencia al último elemento cuando se expresan varios elementos. Me explico, en Maine la causa del conflicto fue que la ley laboral expresaba “… comercialización, almacenamiento, embalaje para envío o distribución de…”, lo que significaba que, a falta de una coma después de la palabra envío, tanto el “embalaje” como la “distribución” eran partes del mismo elemento a interpretar.

Pero la empresa alegaba que por no realizar embalaje, no debía las horas extras en cuestión, es decir, entendía independiente “embalaje” de “distribución”, lo cual era incorrecto, pues el no uso de la coma después de la palabra “envío” hacía del “embalaje” y la “distribución” un solo elemento, en forma disyuntiva (opcional). Este fue el entendimiento que hicieron los trabajadores y el juez, apenas correcto.
Recordé este caso y qué tan importantes pueden resultar la gramática y la ortografía para el Derecho, debido a la muy difundida foto del senador Gustavo Petro cargando el diccionario de la RAE para precisar que estaba cumpliendo, a ras de letra, la reciente sentencia que le ordenó rectificar un señalamiento público contra el expresidente Uribe. Emocionados, quienes esperaban que el senador Petro se retractara de lo dicho contra Uribe, tampoco captaron que el fallo ordenó “rectificar”, no “retractar”.

Y para tal aclaración, Petro utilizó el diccionario de la RAE para validar el cumplimiento de la sentencia, una acción bastante inteligente por parte del senador para cumplir la sentencia, comoquiera que en un país que escribe, lee, y entiende al mismo son que funciona nuestra justicia, resulta increíble que un ciudadano acuda a un diccionario para defenderse judicialmente.

Sin embargo, cualquier ciudadano puede constatar en innumerables sentencias que los magistrados/jueces utilizan, frecuentemente, el diccionario de la RAE para aclarar conceptos y evitar interpretaciones equívocas del texto. De lo que resulta que las normas del correcto escribir dictadas por la RAE importan a la justicia y a los ciudadanos comprometidos en controversias judiciales.

Pues bien, al mismo tiempo en que aplaudí en mis redes al senador Petro por haber acudido a la RAE para demostrarle al país que estaba cumpliendo con la justicia, hice un llamado a la coherencia del senador Petro, toda vez que el senador promueve intensa y erradamente el uso habitual del “todos y todas”, del “los y las”; un lenguaje que la gramática de la RAE rechaza para el uso común. De modo que, o aceptamos las normas de la RAE o las rechazamos, pero acudir a la RAE para defendernos y violarlas cuando no nos conviene es una nítida incoherencia.

Comentado esto, me sorprendí al recibir de alguien que estudia el Derecho un comentario que alegaba ocuparme de bobadas; recordé, entonces, que ya hay magistrados ocupándose de estas bobadas, pues en el Tribunal Administrativo de Cundinamarca cursa una apelación de la Alcaldía de Bogotá contra una sentencia que la obligó a modificar su eslogan institucional y añadir “todos y todas”.


No sé, pero si un abogado(a) considera que es una bobada un fallo judicial que está obligando a una alcaldía a utilizar un lenguaje incorrecto y tosco, ¡apague y vámonos! A este ritmo, cualquier persona podrá ser obligada, juez mediante, a tener que decir “todos y todas” so pena de sanciones judiciales. ¡Vaya forma sigilosa de atentar contra el derecho a la libre expresión!
Por faltar la coma, la empresa Oakhurst tuvo que pagar la bobadita de 5 millones de dólares y, a raíz del caso, la legislación de Maine tuvo que ser modificada, exclusivamente, para agregarle la coma que faltaba. ¡Qué bobada!