Maduro sólo habla bien cuando, se equivoca

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Escrito por:

Jesús Iguarán Iguarán

Jesús Iguarán Iguarán

Columna: Opinión

e-mail: jaiisijuana@hotmail.com


El jueves antepasado unos bomberos adscrito a la Gobernación del estado Mérida en Venezuela fueron detenidos por efectivos de la contrainteligencia militar por el solo hecho de publicar un video donde comparaban al presidente Nicolas Maduro, con un burro. Esta inocua comparación lesionó la ilesa humanidad del presidente, quien se ocupó en mandarlos a encarcelar.


Realmente no es explicable la decisión del presidente, cuando fueron los mismos venezolanos quienes marcaron la pauta para que esta clase de metáforas se popularizarán. El presidente Maduro tal vez no recuerde cuando en el 2006, en plena Asamblea General de la (O.N.U), el presidente Hugo Chávez, calificó al presidente, George W. Bush, como “el diablo” y criticó duramente al “imperialismo norteamericano” e incluso agregó que las presuntas pretensiones imperialista de los Estados Unidos representa una amenaza a la supervivencia humana. La Casa blanca desestimó las palabras del presidente venezolano al inquietarse con las palabras de Chávez, “no merecen comentario” dijo una de las voceras del Mandatario.

John Bolton embajador de los Estados Unidos ante la Organización de las Naciones Unidas, dijo que las palabras de Chávez son un ejemplo de “libertad de expresión” que los venezolanos no pueden disfrutar bajo el mandato de su presidente, además agregó: “Chávez puede ejercer la libertad de expresión aquí, pero no le da la misma libertad al pueblo venezolano”.

Al incomodarse por tan risible comparación, parece que su huérfana sabiduría lo ha condenado a la sensibilidad, además especula que lo ha acorazado contra las injurias de su pueblo. El mandatario aún no ha comprendido que es un hombre público y que debe estar sometido a persistes sátiras.

Maduro tuvo que ser el primero en su clase, por aquello de que los últimos serán los primeros, pero sólo en los ascensores. En su pasado viaje a Estambul visitó un restaurante, donde saboreó un plato por 250 dólares, es decir que cada bocado de Maduro se llevaba el valor de 15 veces el sueldo mínimo de los venezolanos. Por esta conducta de inmediato los venezolanos lanzaron su elocuente inconformismo, hasta lograr que el gobierno turco cerrara el establecimiento, alegando que no apoyaría el régimen de Maduro.

A pesar de ser burro jamás comete burradas, mientras que en las redes sociales se percibe a grandes titulares “las burradas de Maduro”, que enumeradas pesan tanto que el animal de tiro no es capaz de arrastrar. No nos extrañe, que Maduro en su raquítico intelecto pueda también expropiar a las pocas multinacionales que aún le quedan, por anunciar que las peras que se encuentran en venta, vienen de California, Maduro lo tratará de mentises confirmando que las peras viene del latín “pirum” y además puede ratificar en su apreciación diciendo que la pera es la única fruta que no desciende de un árbol sino de una adverbial, cuya conjunción “pero” se usa para contraponer un concepto a otro, como en la frase “Sé quién es Maduro, pero no lo conozco”

Che Romana me fortifica al confirmarme que Maduro no guarda semejanza a los équidos, pues al animal lo manejan de manera directa, mientras que, al presidente, lo enciende, lo acerca, lo aleja, lo programa, lo controla, lo activa, lo desactiva, le seleccionan sus quehaceres, lo salta de un lugar a otro, lo silencia o le activa su sonido y por último lo manejan desde la cama ¡Qué gran invento tienen los japoneses y Diosdado Cabello¡, nunca imaginé que detrás de esa figura “madura” se escondiera una gran divinidad, como lo es el control remoto. Sin embargo, insinúa que los bomberos de Mérida tienen razón, pues afirma que, viendo bien a Maduro, la única diferencia que lo separa del burro es que el animal aún no ha aprendido a masticar chicle.