Conciencia samaria IV Educación y economía

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Escrito por:

Carlos Escobar de Andreis

Carlos Escobar de Andreis

Columna: Opinión

e-mail: calli51@hotmail.com


La noticia dice que Turquía y Perú, dos países de ingreso medio que dependen del comercio y se encuentran geográficamente distantes, registraron el crecimiento más alto en los últimos años en sus respectivas regiones y aspiran a convertirse en economías de ingreso alto en la próxima década.
Ambos países llegaron a la conclusión de que enfrentan riesgos de deterioro si no hacen cambios estructurales en los sistemas de formación y educación y en la economía, para asegurar que las contribuciones al crecimiento se deriven de mejorar la productividad.

Turquía y Perú quieren beneficiarse de los cambios demográficos en curso. Ambos países los ven como una oportunidad para acelerar el crecimiento. Pero reconocen que se necesitan ciertas reformas y acciones, como el mejoramiento del capital humano, para beneficiarse de su población joven, activa y altamente productiva. Con el mejoramiento de la educación, las habilidades y las competencias de los trabajadores, podrían aumentar la productividad de su fuerza laboral y de su economía. Pero, estos países tienen tasas de informalidad altas (34 % en el caso de Turquía y 60 % en el caso de Perú), lo que indica que el sector formal no puede absorber a esa gran parte de la fuerza de trabajo (debido a diversas razones, incluido el bajo nivel del capital humano)

Traigo a cuento esta interesante relación, tratando de rescatar por pura curiosidad aritmética alguna conexión con las cifras que nos trae el documento publicado por el Banco de la República en abril de 2018, La pobreza en Santa Marta: Los Estragos del Bien de Adolfo Meisel-Roca y Diana Ricciulli-Marín que a las autoridades locales poco les importó, lo ignoraron. Afirman los autores, por ejemplo, que después del retiro de la United Fruit Company en el año 1965, el banano pasó a jugar un papel menos importante y el turismo, inicialmente centrado en la bahía de El Rodadero, se convirtió en la principal fuente de crecimiento económico de Santa Marta.

Anclan esta afirmación y la arrastran al año presente, apoyándose en cifras del Dane y Cotelco que muestran para el mes de enero una ocupación hotelera del 68 % en el departamento del Magdalena, la tercera más alta después de San Andrés y Bolívar y que en este mismo mes, el Parque Tayrona recibió alrededor de 400.000 turistas, siendo así el segundo parque natural más visitado del país, para comprobar que en su conjunto más del 53 % de toda la actividad productiva de la ciudad está centrada en los servicios comunales, sociales y personales y, el comercio de hoteles y restaurantes. O sea, estamos frente a una clara vocación y tendencia productiva, que necesariamente debemos potenciar y desarrollar, si de verdad queremos que el crecimiento se traduzca en bienestar general.

Enfrentar los riesgos del deterioro reformando estratégicamente los sistemas de educación y económico como lo proponen Turquía y Perú es la salida para atacar la informalidad que sobrepasa el 63 %, unas 316.000 personas empleadas en este sector y, aumentar la baja participación laboral que está en el 59 %, la cuarta más baja entre 23 ciudades colombianas. Y Sin hacerse los sordos, ciegos y mudos ante la tanta violencia que ha vuelto a penetrar la Sierra Nevada de Santa Marta que, según cálculos de la Fundación Paz y Reconciliación, al menos el 60 por ciento de la zona rural de la ciudad y por lo menos el 30 por ciento de la zona urbana son extorsionadas, como un impuesto a comerciantes, personas del común y hasta vendedores informales, como lo denunció Ariel Ávila para la Revista Semana.