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Escrito por:

Germán Vives Franco

Germán Vives Franco

Columna: Opinión

e-mail: vivesg@yahoo.com



La crisis energética de la Costa Caribe lleva décadas; no es nueva como muchos pudieran pensar ni está ligada a una razón social.  Hay dos factores relativamente nuevos.  Uno que hoy el sector eléctrico es manejado por una empresa privada y dos el tamaño de la crisis actual.  Esta última, causada porque no se hicieron las inversiones necesarias y por el crecimiento de la región. 

Sumergidos en la crisis, todos los esfuerzos están encaminados a resolverla, y así debe ser, pero el problema de fondo, es un problema de modelo de desarrollo país-región que sigue en el aire y al cual no se le presta atención.  La indignación por el mal servicio y las tarifas exorbitantes ocupan los titulares del día, y esto ha llevado a que en una improvisación inaceptable el ministro de hacienda proponga como solución subir las tarifas para que haya plata para hacer las inversiones.

No que el ministro esté equivocado sino que esto solo debería ser propuesto después de encontrar una solución integral, estructural y definitiva y que obligatoriamente pasa por definir el modelo de desarrollo al que le quiere apostar el país.  Si las costas no son transformadas en los polos más importantes de desarrollo del país, Colombia quedará irremediablemente anclada en el subdesarrollo con todos los males tercermundistas. 

La mayor colombianada de todas, es insistir en que el desarrollo y crecimiento económico se haga de espaldas de las dos costas.  Ya quisieran muchos países tener las costas que nosotros tenemos.  Ecuador con menos ha hecho más.  La indolencia y la ignorancia centralista relegaron las costas a lugares de paso, puertos, por donde pasa el comercio sin  generar progreso para estas regiones.  Absurdamente, no se produce en las costas.  Producimos en las montañas con unos costos logísticos altísimos que nos quitan competitividad. 

Las ventajas competitivas adquiridas durante doscientos años de rapaz centralismo son transferibles, la mayoría, a las Costas.   Pero las ventajas comparativas de las Costas no son transferibles al Centro porque son ventajas geográficas.  Si la Costas alcanzan su potencial de desarrollo, el país en general se beneficiaría grandemente.  No es las costas para los costeños sino para todos los colombianos.

Corregir el modelo de desarrollo no da espera, y es indiscutible que el país debe invertir en las Costas para que estas desarrollen las competencias requeridas: educación de calidad, agua, alcantarillado, planeación urbana, infraestructura, conectividad y por supuesto energía abundante y barata.  Sin energía barata, abundante y confiable, las Costas no pueden crecer económicamente.

Es triste que mientras en la Capital se hacen y se planean inversiones multimillonarias, a las Costas, y en este caso la Costa Caribe con el tema energético, les bailan el indio.  Mientras en Bogotá se han invertido cifras astronómicas en mejorar la movilidad terrestre y aérea, y se planea invertir aun muchísimo más en un metro, cuyo costo de los estudios hubiera sido suficiente para resolver los problemas de varias regiones del país, para la Costa Caribe no hay recursos para resolver un tema de importancia estratégica como lo es el energético.

La solución energética apalancada en una política de desarrollo bien diseñada para la región debe permitir la industrialización y la potencialización de otras actividades económicas conforme a la vocación propia de cada ente territorial.

Nuestros dirigentes preocupados en llevarse la gloria en encontrar una solución inmediata a la crisis, no miran más allá de sus narices.  Solo les preocupa que se calmen los ánimos de los usuarios pero no están pensando en desarrollo y crecimiento para la región y el país.  Vivimos al día, y por esto hay que exigirles que no se queden en soluciones inmediatas.

Postdatas: El escándalo de la hoy exprocuradora Muelle no sorprendió a muchos.  Su nombramiento fue recibido con muchas reservas, muy a pesar de que había tenido un desempeño aceptable en otros cargos locales.  Era clara una inhabilidad moral, a la que se hizo caso omiso, puesto que su esposo es co-administrador del Distrito y por tanto ella estaba en posición de utilizar su cargo para fines políticos.  Ojala, esto no se vuelva a repetir.

Que alguien le informe al minhacienda que en los Estados Unidos menos del 50% de las personas naturales pagan impuestos a la renta.



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