Somos lo que somos

Columnas de Opinión
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Escrito por:

Carlos Escobar de Andreis

Carlos Escobar de Andreis

Columna: Opinión

e-mail: calli51@hotmail.com


Asistí como un invitado más al Primer Encuentro Intercultural de Saberes Ancestrales “Perla del Caribe“ que se llevó a cabo el 10 de agosto pasado en la Institución Educativa Distrital Intercultural Bellavista, ubicada en el corazón del populoso Barrio La Paz de Santa Marta. Pero rector, profesores, alumnos y demás participantes aliados no tardaron en hacerme sentir  como el invitado más especial de todo el evento, porque me permitieron vivir la experiencia más real, hermosa y perdurable reafirmándome en “quienes somos en el Caribe colombiano“.

El resplandor que se colaba horondo a través del enmallado verde colgado del cielo, nos anunciaba lo ardiente que sería la mañana. “…bueno, vamos a comenzar rindiéndole honores a nuestra patria Colombia, a nuestra querida ciudad y a nuestro amado colegio (…) pongámonos de píe…“, anunció el maestro de ceremonia muy peinado y embutido hasta el cuello en un ajustado saco de pana  color beige. Inmediatamente la hoguera comenzó a arder con los acordes sonoros del Himno Nacional y creció mágicamente a medida que con fervor marcial y el puño apretado se metía en el pecho de los alumnos que entonaban el “Dios te salve ciudad dos veces santa… “, para terminar atrapados y exhaustos en la mayor efervescencia del elogio a la libertad en las bellas notas del epinicio al plantel educativo y lugar en donde se escabullen de sus incertidumbres tempranas.

La sombra de los árboles de Neem plantados en las equinas del patio escueto, apenas disuadía el escozor de la temperatura en los cuerpos sudorosos de la muchachada. Pero, el entusiasmo desbordado y la música se encargaron de aliviar cualquier síntoma de sofocación. La fiesta intercultural con sus pitos, flautas de millo, clarinetes y tambores invadió el recinto de cumbia, porros, fandango, mapalé y bullerengue para que respiráramos al ritmo del baile suelto y la danza alegre el aire fresco que nos enaltece y dignifica. No les importó que el sol les hirviera en sus pies descalzos, ni que de sus mejillas enrojecidas manara el agrío sudor que les recuerda la pobreza, para que en este espacio de luz, transformados por el arte y la cultura de nuestros ancestros, encontraran la paz que nos hace libres.

Negros, blancos bunachis y mestizos, wayúus y arejunas, arahuacos, Kogis, wiwas, kankuamos, yukos, chimilas y senúes con sus mochilas terciadas y sus tradiciones a cuestas, lengua propia, vestidos, artesanías, bebidas y alimentos, maneras de ser y de hacer, de pensar y de amar tratando de mostrarnos que somos lo que heredamos de ellos, ese ser caribe que llevamos por dentro, que sabe que lo tiene todo, que no lo puede tomar en sus manos aunque le pertenece porque es riqueza natural, que no lo disfruta y lo destruye porque lo quiere todo junto y entero, que no se atreve a usurparlo, que es altanero, irreverente pero no beligerante, que se lamenta, se emborracha, canta y baila para olvidarlo. Ellos estuvieron aquí, diciendo presente en el Primer Encuentro de la Interculturalidad para enrostrarnos que son nuestra raíz.

Gracias a Hilder Pérez y a sus secuaces, al rector, al profesor Páez y a los gaiteros de Guacamayal, a los bailadores urbanos de Gaira y a los danzantes de Guachaca, de La Revuelta y de Cristo Rey. Gracias a los niños del Barrio La Paz por permitirnos vivir esta experiencia única de libertad e identidad con lo nuestro, gracias por hacer de este momento el mayor hervidero de la Cultura Caribe, para que no olvidemos jamás que somos lo que somos por la memoria y legado de nuestros ancestros.